Antes de relatar nuestro recorrido turístico por Ocaña, vamos a mencionar detalles que a nuestro entender no son de recibo y que son competencia de la corporación que la rige, de los cuales hemos sido testigos presenciales. Nosotros simplemente fuimos a pasear desconociendo la opción política que tenía el gobierno del Ayuntamiento, pero nos encontramos con una serie de hechos a nuestro entender criticables.
En primer lugar, la cantidad de símbolos y elementos franquistas que existen en la villa y que debían ser retirados según se articula en la Ley de Memoria Histórica y que al menos de momento está vigente. No le hace ningún bien a esta bonita ciudad querer seguir anclada en el pasado, por muy orgullosos que estén de ello algunos de sus vecinos.
Monumentos con el yugo y las flechas, escudo de la Falange, formación fascista paramilitar del antiguo régimen. Representaciones del escudo anticonstitucional de España como es el llamado "aguilucho" y nombres de calles dedicados a generales y militares del antiguo ejercito de Franco. Lápidas con los nombres de los muertos en la guerra civil, denominados "Caídos por España" o "Mártires".
Señores ediles...¿No creen que ya es tiempo de retirar símbolos y recuerdos de una época que causó un enfrentamiento sangriento entre españoles?
Pues bien, no solo criticamos esto, si no que en segundo lugar hemos visto cantidad de suciedad y escasa vigilancia, por no decir nula en los sitios de aglomeración de gente como es el caso de la Plaza Mayor. No nos cruzamos con ningún policía municipal durante las 4 o 5 horas que duró nuestro paseo y eso que fuimos a visitar los monumentos más importantes.
Podemos dar fe de que no solo se saltaban las normas los niños, sino que los padres y adultos que estaban con ellos también participaban en el juego y chutaban con el peligro de que algún viandante recibiera un pelotazo. La suciedad era indescriptible, solo hay que mirar las fotos. Dejadez absoluta de las autoridades.
Pero si esto se puede considerar dejadez, peor es lo que vamos a mencionar en tercer lugar, un escándalo de música discotequera con el sonido altísimo a las 16:00h en plena calle, cantidad de menores bebiendo alcohol y la calzada y aceras tomadas por grupos de jóvenes. En uno de los locales que ni siquiera era un bar, era un bazar chino, se anunciaba sin ningún temor la venta de alcohol para el "botellón". Todo ello nos causó indignación, sobre todo después de hablar con una señora mayor que estaba sentada junto a su portal y que nos dijo: "No podemos hacer nada, la policía no hace nada"
En fin, sentimos narrar todo esto, pero es lo que vimos y que estuvo a punto de hacernos ir por donde habíamos venido. El caso es que decidimos recorrer la ciudad y ahora sí, relatamos nuestra visita turística a Ocaña.
UN POCO DE HISTORIA
Existen yacimientos que demuestran sus orígenes en el periodo prehistórico del Paleolítico medio-superior. Más tarde fue un poblado céltico y en la época romana fue parada y posta en la calzada que unía Mérida con Zaragoza.
Se utilizó como dote de la princesa musulmana Zaida que llegó a ser concubina del rey Alfonso VI. La Orden de Santiago compró la villa y allí fundaron su Encomienda anexionándola a los territorios de Zurita y Uclés. Más adelante se convirtió en el exilio de Isabel la Católica, apartada de la Corte y donde encontró, en los caballeros ocañenses D. Gonzalo Chacón y D. Diego Gutierrez de Cárdenas, a sus mayores aliados, presentándole a Fernando de Aragón. También aquí se decidió su matrimonio con el rey aragonés.
Varios reyes estuvieron hospedados en la villa, como Juana la Loca y su esposo Felipe el Hermoso. También pasó parte de su infancia el monarca Felipe II. Fu escenario de batallas durante la guerra de Sucesión a favor de Felipe V y de la independencia contra los franceses. Al igual que en la actualidad tienen mucha importancia los escenarios de rodaje, durante el siglo de oro fue escenario de novelas como "Peribáñez y el Comendador de Ocaña" de Lope de Vega o "Casa con dos puertas mala es de guardar" de Calderón de la Barca.
Desgraciadamente en el siglo XX su importancia radicó en ser sede del penal que acogió a los presos políticos una vez acabada la guerra civil.
MONUMENTOS DE INTERÉS
- Plaza Mayor
Gran plaza monumental digna de reyes y que figura en todas las listas que se hacen de las plazas más bonitas de España. Desde el siglo XVI existía un proyecto para levantar una gran plaza en esta ciudad, pero no se inició hasta el siglo XVIII, concretamente en el año 1782, durante el reinado de Carlos III, culminándose la primera fase en 1791 esta vez con reinado de Carlos IV.
No se terminó completamente hasta el año 1961 con motivo de la Coronación Canónica la Virgen de los Remedios (Patrona de Ocaña). Es una plaza entre porte barroco y neoclásico. A pesar de que cuando se entra parece cuadrada, es un paralelogramo compuesto por 70 pilares de sillería almohadillada originarios de las canteras de Colmenar de Oreja, y sobre los que descansan arcos de medio punto, conformando pórticos o galerías por la construcción de dos alturas en las que hay balcones y buhardillas superiores, con cubiertas a dos aguas.
Su fachada más larga la configuran 18 arcos y la más corta 17. La superficie de la plaza está pavimentada con cantos rodados y piedras de río. Es verdaderamente imponente y fue declarada Monumento Histórico Artístico Nacional en 1981. La fachada principal corresponde a edificios del Ayuntamiento, en cuya puerta principal se puede observar el escudo de armas de la Villa.
Si nos fijamos detenidamente en la fachada del Ayuntamiento, los arcos no son exactamente de media punto sino redondeados, esto fue debido a que la fachada fue bombardeada durante la Guerra de la Independencia y tuvo que reconstruirse en gran parte, por lo que los antiguos arcos de media punta pasaron a ser arcos redondeados para reducir costes.
Nos sentamos en una de sus terrazas para comer. Lo hicimos con un par de raciones y un pastel. Nada extraordinario, pero se estaba realmente bien disfrutando del sol. Después nos dirigimos por la calle General Moscardó (¡Madre mía!) para llegar a la plaza de Cristo Rey (¡Ufff!) donde se encuentra el monumento al Sagrado Corazón de Jesús (donado a la villa por una, entendemos pudiente y adinerada vecina en 1958) y la Iglesia de Santa María de la Asunción (siglo XVIII).
La Iglesia es una mezcla de estilos entre reminiscencias mudéjares y renacentistas, con la fachada principal de estilo plateresco Es la Iglesia matriz de la ciudad y solo se puede visitar cuando hay liturgia, pero tuvimos la suerte de entrar dentro pues estaban preparando los pasos de Semana Santa. Salimos del templo y seguimos la calle de la derecha, hasta llegar al mirador de la Fuente Grande (siglo XVI), uno de los monumentos más importantes de Ocaña.
Se atribuye la obra al arquitecto de Felipe II, D. Juan de Herrera, autor entre otros del Monasterio de El Escorial o el Palacio Real de Aranjuez. De lo que no hay duda es que es de estilo Herreriano. De forma rectangular, formado por la fuente propiamente dicha y los lavaderos donde los vecinos de Ocaña iban a lavar la ropa y los animales abrevaban. Se encontraba cerrada y en no muy buenas condiciones, aunque parece ser que se pueden visitar por dentro con las visitas guiadas del Ayuntamiento.
Desde la Fuente Grande nos dirigimos al Convento de Santo Domingo, cuya iglesia también sólo se abre en horario de misa. Nos quedamos sin ver su espectacular retablo y un coro extraordinario, comparable a los de las mejores catedrales españolas.. En fin, otra vez será. El convento se construyó por iniciativa de los vecinos, después de conocer a dos dominicos que pasaron por el pueblo y que contaban los grandes éxitos de la Santa Inquisición contra los focos erasmistas y protestantes, que entonces eran tenidos por verdaderas amenazas procedentes de Europa.
Pidieron permiso al rey, en aquel entonces Carlos I para construir un convento y éste accedió a dar el permiso allá por 1527 y además nombró prior a su antiguo confesor, el padre Pedro de Soto.
Este convento se caracterizó por su capacidad de generar muchos misioneros para Asia y formaron parte de las expediciones a ese continente promocionadas por el Estado español durante el siglo XVII. Como curiosidad, la ley de Desamortización de 1834, dejó sin disolver a este convento de Ocaña, dado que formaba misioneros que, entre otras cosas, podían reforzar la influencia de España en sus posesiones de ultramar. Como no podía ser menos, disponen de un museo con las piezas asiáticas que se trajeron de allí.
Seguimos nuestra ruta y bajando la calle Santo Domingo nos topamos con un homenaje a la ilustre reina que fue exiliada por su hermanastro Enrique IV en esta localidad que a la postre fue su mejor aliada, como hemos contado anteriormente. Fue difícil el matrimonio de los Reyes Católicos, no solo por la dificultad de encontrarse, sino porque eran primos segundos y el Papa en principio se negaba a darles la "bula". Pero consiguió convencerle el enviado especial D. Rodrigo Borgia y aquí en Ocaña se decidió su matrimonio.
Subiendo la calle Lope de Vega a la vuelta de la plaza donde está el busto de Isabel la Católica llegamos al teatro del mismo nombre. El Teatro Lope de Vega, edificio con torre que no es una iglesia y que fue antiguo colegio de la Compañía de Jesús y posteriormente Academia de Caballería dirigida nada menos que por el General Ricardos.
El edificio es simple y sin ostentaciones, como era habitual en los jesuítas, ya que los adornos que figuran en la puerta, son posteriores y fueron mandados hacer por el monarca Carlos III, una vez fueron expulsados de España, para tapar todas las referencias e inscripciones de la Compañía.
Enfrente del teatro se encuentra una plaza con una reliquia histórica, el Rollo de Justicia o picota. Su emplazamiento original se hallaba en el centro de la plaza mayor. A finales del S. XVI, se trasladó a las afueras de la villa y en 1986, por su importancia histórica, se acuerda darle la actual ubicación en la calle Lope de Vega, junto al teatro para aportar más monumentalidad al conjunto.
Estas columnas de piedra sólo se ubicaban durante la Edad Media en las localidades que tenían plena jurisdicción propia. A los administradores de la ciudad les daba derecho a juzgar e incluso condenar a muerte, es por eso que en estos mismos monumentos, casi siempre ubicados en el corazón de la plaza más importante de la villa, era el lugar donde se llevaban a cabo los ajusticiamientos.
Subiendo por la calle y a la izquierda, distinguimos la Iglesia de San Juan Bautista, originaria Iglesia mudéjar de mediados del siglo XIII, aunque tras todos las transformaciones y remodelaciones que ha ido sufriendo, poco queda de la iglesia original y no digamos el desatino total efectuado hoy en día con la pintura de los edificios colindantes. Es de recalcar los escudos de sus esquinas, con las órdenes que ayudaron a su construcción y en los que se puede apreciar tanto la flor de lys como las conchas de la orden de Santiago.
Decidimos perdernos por un rato por las calles del pueblo, que desde luego denotan una clara influencia manchega, hasta llegar a la zona noble, donde están enclavados numerosos palacios y casonas con abolengo.
Encontramos el Palacio de Cárdenas, donde ahora se ubican los Juzgados de 1ª Instancia y los de Instrucción. Mandado levantar por el ocañense don Gutiérrez de Cárdenas, caballero de la Orden de Santiago y Comendador Mayor de León y Maestresala de la reina doña Isabel I, la Católica. Está construido en estilo gótico-mudéjar con decoraciones que acicalan puertas y ventanas. No pudimos pasar a ver su interior y admirar sus patios al ser festivo. Está abierto al público aunque creemos que está prohibido hacer fotos por seguridad.
Ya íbamos acabando nuestra visita a Ocaña y el tiempo que teníamos disponible lo empleamos en contemplar los bellos edificios de aquella zona.
Prácticamente todos los estilos se podían ver en el norte de la ciudad, desde el más puro estilo manchego, pasando por el ecléctico e incluso el modernista.
Lo que está claro que Ocaña ha sido y es una ciudad monumental con importantes vestigios que hay que conocer y contemplar. Seguro que nos hemos quedado cosas sin ver, pero eso está bien para tener intención de volver, eso sí, a ver si cambia un poco lo que explicamos al principio de nuestro relato.
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