El Recinto Megalítico Dos Almendres se sitúa a unos 10 kilómetros de Évora en Portugal, construido hace 7.000 años en pleno Neolítico. Es considerado como el mayor monumento megalítico de la Península Ibérica y habiendo tenido conocimiento de este yacimiento, en nuestra visita a la capital del Alentejo portugués, que os hemos contado en Qué ver en Évora (UNESCO) en un día, no podía faltar una excursión a este lugar casi mágico. Para llegar, se debe coger la carretera N114 desde Évora y después la CM1075 cuyos últimos kilómetros son de tierra a través de un paraje realmente bello entre alcornoques y encinas.
Se llega al final de la carretera a un aparcamiento donde están colocados los paneles de información del recinto. Afortunadamente, el gobierno local no ha acordonado ni vallado el recinto teniendo los visitantes libertad total para pasear por todo el lugar e incluso tocar las piedras. Este tolerante enfoque incluye la gestión del lugar, que está abierto en todo momento y es de acceso gratuito. Si se madruga, como hicimos nosotros se puede tener la oportunidad de recorrerlo en autentica soledad.
A partir del aparcamiento hay que tomar una vereda muy estrecha, en el que no caben dos personas al mismo tiempo, entre las verjas de dos fincas colindantes y continuar andando aproximadamente dos kilómetros. Un kilómetro antes habremos visto el Menhir, también bien señalizado con panel explicativo.
El Menhir es la forma más sencilla de monumento megalítico. Consiste en una piedra por lo general alargada, en bruto o mínimamente tallada, colocada de modo vertical y con su parte inferior enterrada en el suelo para evitar que caiga. No se sabe con certeza cual era su fin. Mojón para medir distancias, monumento fálico a la fertilidad o con una función ritual; aunque se cree que El Menhir de los Almendros, al estar tan cerca del Crómlech de los Almendros, indica el nacimiento del sol en el solsticio de verano que es día más largo del año. La palabra Menhir viene del gaélico Men = piedra e hir = larga. Es decir, "Piedra alagada".
La mayoría de menhires se encuentran en líneas de cresta, es decir, en la línea de máxima pendiente y muchas veces asociados a Cromlechs o Cromeleques como es el caso, monumentos megalíticos formados por piedras o pequeños menhires introducidos en el suelo y que adoptan una forma circular similar a un muro o línea elíptica.
Andando unos quinientos metros más desde el Menhir, se llega al Cromeleque o Cromlech de los Almendros y ante nuestros ojos una escena realmente sorprendente, teniendo la sensación de haber retrocedido siete mil años en el tiempo. Resulta increíble pensar como movían y "esculpían" aquellas piedras casi sin herramientas para disponerlas de la manera que se nos presentan hoy en día: una enorme elipse formada por más de 100 monolitos en forma de huevo ordenados hace 7.000 años no se sabe bien con qué criterio.
Muy recomendable la visita para amantes de la arqueología y la historia. Para algunos, pueden ser un montón de piedras, pero si se considera que tienen 7000 años de historia y están deliberadamente dispuestas, el lugar resulta fascinante. Las sociedades cazadoras-recolectoras de estos milenios encontraron en estas llanuras y valles del Alentejo, atravesados por los ríos Tajo y Guadiana, los territorios fértiles adecuados para crear asentamientos permanentes y crear sus monumentos megalíticos.
Muchas veces en el centro de los Cromlechs se encuentra una pequeña cámara funeraria hecha de piedras pequeñas, llamadas Cistas. Estas cámaras recibían las cenizas de los difuntos, después de su incineración. El círculo delimita un recinto sagrado que separa los mundos de vivos y muertos. Aquí no se da este caso, así que lo más probable es que este emplazamiento fuera utilizado con finalidad religiosa, por alguna religión que se ceñía al movimiento del astro solar por el hecho de que algunas piedras fueron cortadas en diagonal por arriba, como para acoger una especie de reloj de sol.
Os recomendamos la visita al amanecer, que es cuando mejor luz hay, pues el recinto megalítico está orientado al este y las piedras cambian de color, dándole al recinto un aire verdaderamente místico.
Si se ha visitado Stonehenge (Reino Unido) no sorprenderá, pero si que logrará cautivarte porque el Crómlech de los Almendros es dos mil años más antiguo. Poder pasear entre las piedras, tocarlas, observarlas dispuestas en varios círculos concéntricos y tratar de imaginar que significó para nuestros antepasados, nos hará sentir la energía del lugar. Una experiencia viajera para no dejar en el olvido.
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