Empezábamos nuestro viaje del verano desde la zona de Tarragona, donde estábamos disfrutando de unos días de playa y habíamos preparado una ruta por el llamado "país cátaro" en Francia con una serie de paradas interesantes que se encontraban en el itinerario. El trayecto completo se puede consultar en "Ruta en coche de 12 días por el País Cátaro: España, Andorra y Francia.". La carretera que va desde Tarragona a Andorra, donde íbamos a pernoctar, pasa por Cervera, en la provincia de Lérida y capital de la comarca de la Segarra en la Cataluña central, siendo la parada allí casi obligada. Es un pueblo con mucho encanto y con un buen puñado de recuerdos históricos. Además ha sido siempre también una zona de paso importante para los peregrinos que realizaban el Camino de Sant Jaume en peregrinaje hacia Santiago de Compostela y se encuentra así mismo en la ruta del Cister.
Su zona más antigua que fue amurallada en el siglo XIV y declarada Bien de Interés Cultural es digna de darse un buen paseo, así como las calles que llevan a ella. Es como un pueblo de película antigua. Con vestigios íberos y romanos, Cervera fue conquistada por los árabes que le llamaron Hnis Dhervera, fue recuperada para la Corona de Aragón por el conde Ramón Berenguer en el siglo XI. A principios del siglo XV vivió Fernando II y el municipio se convirtió en un núcleo de gran importancia, con incluso el privilegio de acuñar moneda. En los años 1358 y 1359 se reunieron en la villa las Cortes Catalanas para acordar la creación de la Generalitat de Catalunya y en 1452 se firmaron los acuerdos matrimoniales de los Reyes Católicos. El escenario de estas reuniones fue el conjunto arquitectónico de la Compañía de Jesús.
Más tarde, después de la Guerra de Sucesión, en 1717 con motivo de la fidelidad que la ciudad tuvo hacia Felipe V, éste instituyó la universidad, cerrando la de Barcelona. El hecho de que Cervera fuera el núcleo cultural de Cataluña ha dejado un valioso legado cultural y un patrimonio arquitectónico que merece la pena visitar. Una ciudad que fue próspera, convertida en pueblo que no llega a los 9.000 habitantes.
Nuestro paseo comenzó con un paseo por el núcleo urbano, donde hay varios sitios de gran interés. Cervera debió su esplendor medieval a la presencia de los judíos, y claro indicio de ello es el trazado de sus calles y pasadizos cubiertos, uno de ellos bautizado como el callejón de las brujas, que está paralelo a la Calle Mayor de Cervera, donde la leyenda dice que se reunían las hechiceras en noches de luna llena. Su aspecto sombrío se lo da el porche que cubre la estrecha calle.
Llegamos a la Plaza Mayor, y allí está el edificio de la Paería del Siglo XVII. El término "paer" procede de la palabra latina "patiarii", que significa "hombre de paz". El sobrenombre fue adoptado por los alcaldes de la ciudad después de la concesión del privilegio otorgado por el rey Jaime I en 1264 a los antiguos cónsules de Lérida, luego el alcalde se denomina aquí, "paer en cap".
El edificio albergo antiguamente las prisiones, en la actualidad, es ocupada por la Paería, y en él resaltan su fachada principal y en el interior las arcadas del antiguo mercadal y una impresionante escalera de piedra. Fue reformado varias veces hasta convertirlo en el siglo XVII en un notable edificio barroco de cuerpo rectangular que absorbió algunos elementos como los soportales primitivos, integrados en el interior del edificio.
La torre que se observa en las fotos pertenecen a la Iglesia de Santa María, que se encuentra detrás de la Paería, probablemente erigida hacia mediados del Siglo XI, y nuevamente levantada entre los siglos XIV y XV convertida en el edificio religioso más importante de Cervera y elevada a la categoría de Colegiata. La iglesia es un notable ejemplar del gótico catalán que guarda en su interior la imagen de la "Verge bruna del coll de les Savines", patrona de la ciudad, una hermosa escultura de madera.
Volvimos de nuevo a la Plaza Mayor, porque un "payés" nos preguntó si habíamos visto las ménsulas de los balcones de la Paería. Y efectivamente, merecía la pena volver sobre nuestros pasos.
Son realmente muy curiosas las quince figuras de medio cuerpo que sostienen los balcones del Ayuntamiento. Todas son diferentes y representan diferentes gestos de la cara humana, reproducen los oficios del mercado, los cinco sentidos y los prototipos de hombres prisioneros.
Seguimos después por la larga Calle Mayor hasta llegar al imponente edificio de la antigua Universidad, que dio relevancia política e intelectual al poblado. Fundada por el rey Felipe V que ordenó la unificación de las seis universidades existentes en Cataluña en 1717, pasando a ser la única universidad en Cataluña, hasta que se trasladó a Barcelona en 1842.
Se trata de un majestuoso edificio neoclásico de planta rectangular, con dos claustros interiores. La fachada es barroca, construida en piedra y decoración de bronce, siendo una de las más bellas de Cataluña. El edificio en la actualidad, se encuentra compartimentado, acogiendo una biblioteca, los archivos comarcales y un instituto de secundaria. Por último, destacar que en sus aulas se siguen impartiendo clases universitarias, en este caso como centro asociado de la UNED,
Sus más ilustres estudiantes fueron Narciso Monturiol que junto a Isaac Peral ponen en marcha el submarino y Juan Prim, uno de los más destacados políticos españoles del siglo XIX. Las principales cátedras que se impartieron fueron Derecho, Humanidades, Teología, Medicina y Filosofía.
Acababa con esta visita, nuestro recorrido por Cervera, fueron pocas pero intensas horas, pero teníamos que continuar viaje hacia la Seu d´Urgell antes de llegar a Andorra y seguir haciendo etapas de nuestra ruta.
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