Albí es una imponente ciudad del sur de Francia, famosa por su palacio Episcopal, su casco antiguo medieval y por el museo dedicado al artista Toulouse-Lautrec que nació allí hace 150 años.
Además es Patrimonio Mundial de la Humanidad con el siguiente criterio de la UNESCO: "La ciudad episcopal de Albi está constituida por un conjunto coherente y homogéneo de monumentos y barrios que apenas ha experimentado cambios importantes con el correr de los siglos".
Nosotros llegamos allí después de recorrer unos 30 kilómetros desde Cordes sur ciel y nos alojamos en uno de los más bonitos hoteles de todos los que hemos estado. el hotel Mercure Albi, un hotel tradicional, situado en un antiguo molino de agua del siglo XVIII junto al río Tarn, con excelentes vistas a la ciudad. Un poco más caro, pero merece la pena.
Salimos contentos a recorrer la ciudad, pues nos había gustado mucho nuestro hotel que además contaba con un personal muy amable que nos facilitó planos e información de Albí. Nos dirigimos a cruzar el puente medieval por el que aún circulan vehículos y dispone de aceras para peatones.
El Puente Viejo
Construido en piedra a mediados del siglo XI, el Puente Viejo, de 150 m de largo, ha sido testigo de ocho siglos de historia, contribuyendo al desarrollo urbano y comercial de la ciudad, siendo uno de los factores determinantes de la prosperidad de la ciudad.
El obispado de Albi fue establecido en el siglo IV, en el momento de la creación de la ciudad, separada del territorio de la ciudad galorromana de los Rutenos. Implantada en un sitio elevado, fortificado en la época gala y que dominaba el río Tarn. Llegamos hasta la Plaza de Santa Cecilia desde donde se divisaba la imponente Colegiata de Saint Salvy que visitaríamos más adelante. De lo primero que nos dimos cuenta es que muchos de los edificios de Albi están construidos con un hermoso ladrillo de color rojo, similar a los edificios de color rosa que admiramos en Toulouse.
Y enfrente, el primero de los monumentos catalogados como Patrimonio Mundial de la Humanidad de la ciudad de Albí.
El palacio de Berbie
Fue edificado hacia 1250-1260 como obra civil por su arquitectura militar y religiosa por su función, adoptando la forma de un imponente torreón de ladrillos rodeado de cuatro torres. Fue ampliado agregándole un segundo torreón y una extensa ala rectangular dotada de fuertes murallas, creando una impresionante fortaleza. Entre las residencias que los obispos del Midí francés se hicieron construir durante la Edad Media, pocos alcanzan la amplitud del Palacio Episcopal de Albi. El nombre de Berbie, es una deformación occitana de Bisbia que significa obispado.
Junto a los muros del palacio y con vistas al río Tarn, se encuentran los magníficos jardines del palacio que se remontan al siglo XVII y que se pueden visitar de manera gratuita.
Reflejando el estilo de los jardines en el Palacio de Versalles a las afueras de París, aunque en menor escala, los jardines bellamente cuidados con sus parterres verde y macizos de flores contrastan perfectamente con los tonos cálidos y terrosos de las paredes del palacio.
Las pasarelas elevadas alrededor de tres lados del jardín ofrecen vistas panorámicas sobre el río Tarn y de la parte posterior del Palacio Berbie.
En la actualidad es famoso por albergar en su interior un gran museo.
Museo Toulouse-Lautrec
Desde 1922 el museo está dedicado a exhibir y preservar las obras de Toulouse-Lautrec, el pintor impresionista y cartelista francés nacido en Albí y que presenta la mayor colección de sus obras en el mundo.
En el museo se pueden admirar dibujos y pinturas inspirados en la vida familiar del artista, incluidas sus primeras y últimas obras. Toulouse-Lautrec es más famoso probablemente por sus carteles de Moulin Rouge, pero estos desempeñan solo una pequeña parte en las obras expuestas.
Este espacio absolutamente reformado, alberga en su primera planta más de mil obras de Toulouse-Lautrec. Para empezar la visita se ha habilitado un gran auditorio y varias salas de exposiciones temporales a las que se accede a través del antiguo patio de armas del Palacio de Berbie.
Descendiente de una familia aristócrata, Henri Toulouse-Lautrec padecía una enfermedad congénita que le impidió llevar el tipo de vida que se esperaba de alguien de su posición social. Se refugió en su arte y marchó a conocer una nueva vida en París donde conoció a los grandes pintores impresionistas y post-impresionistas como Cezanne, Van Gogh y Gauguin.
Sus cuadros y carteles muestran la bohemia de París a finales del siglo XIX, reflejando como nadie la vida en los suburbios parisinos, el ambiente de los burdeles y de las salas de fiesta. Capturó el movimiento y las expresiones con pinceladas rápidas y líneas simples creando un verdadero estilo y ganándose un respeto por su talento y su temática.
Para una información más amplia, lo mejor es visitar su página web: MUSEO TOULOUSE LAUTREC.
Estuvimos unas dos horas recorriendo el amplio museo, antes de dirigirnos a la parte más alta de la ciudad que culmina en su espléndida Catedral.
Catedral de Saint-Cécile
Junto al Palacio de Berbie comienza en el siglo XIII la construcción de una nueva catedral la cual, por la fuerza de su arquitectura de ladrillos y el impulso del estilo gótico, dibuja la matriz de la Ciudad Episcopal y la coherencia urbana que tendrá en el futuro esta ciudad.
Una característica del catarismo eran sus críticas a la iglesia católica por el lujo que en esos tiempos mostraba, por lo que para contrarrestarlas, el entonces arzobispo de Albi decidió construir un edificio con un exterior muy austero. Se comenzó a levantar una catedral sobria, pero imponente, destinada a mostrar la victoria de la iglesia sobre los herejes cátaros, aún así, hay algunos que la consideran la catedral más bella de Francia. Rodeada de edificios de ladrillos que se cuentan entre los más antiguos del mundo de estas características, su espectacularidad aumenta.
Lo que si es cierto es que se trata de la mayor catedral de ladrillos del mundo, con sus 113 metros de largo por 35 metros de ancho y una enorme torre de 78 metros de altura. De estilo gótico meridional y de configuración parecida a la Iglesia de los Jacobinos de la cercana Toulouse.
Se trata de un grandioso edificio de nave única rodeada de capillas entre los contrafuertes, sin transepto y dominado por un poderoso campanario. La catedral se amplió a finales del siglo XIV en su parte exterior con la puerta “Dominica de Florence". El portal del sur está precedido por un majestuoso baldaquino de piedra, conjunto que se levantó posteriormente en la primera mitad del siglo XVI.
Un posterior arzobispo decidió que el interior de la catedral de Albi tuviera una mayor suntuosidad, por lo que cuando se accede al interior del templo el visitante contempla una gran sorpresa. Con pinturas en paredes y techo, la Catedral de Albi se convierte en la única catedral europea completamente pintada con 18.500 m2 de frescos. Algunos de los más antiguos se han perdido y en origen llegaron a ocupar hasta 20.000 m2 de superficie. Es la iglesia más grande pintada en Europa pudiéndose contemplar como una Biblia ilustrada.
Entre otros detalles a destacar está la imagen de Santa Cecilia a la que está dedicada la catedral, está rodeada hasta por 150 estatuillas de ángeles músicos de las 280 estatuas que originalmente tenía. También en la sala del tesoro hay que recalcar que se encuentra expuesto un facsímil del Mapamundi más antiguo del mundo, conservado desde hace más de 1300 años por los albigenses, obra testimonial inestimable de la historia de la humanidad y que ha sido inscrito en el Registro Internacional de la Memoria del Mundo de la UNESCO.
Después de la visita a la Catedral nos "perdimos" por las calles del centro histórico de Albí.
Casco antiguo de Albi
No hay que irse de Albí sin pasear por las estrechas calles empedradas que rodean el complejo de la Catedral. Estas calles, en su mayoría peatonales, están llenas de edificios encantadores que varían en tonos de rojo y ahora albergan tiendas, cafeterías y restaurantes.
Un paseo por los viejos callejones de la ciudad es la mejor manera de descubrir los barrios medievales. caminando por los callejones estrechos y descubriendo la paz de plazas y patios, transportándose en el tiempo.
El ladrillo y los entramados de madera firman la identidad y la unidad del casco antiguo. Las casas medievales, coloreadas y llenas de flores aportan encanto al barrio. En el corazón del laberinto de calles estrechas, acompañadas de cerca por el campanario de la catedral tuvimos ocasión de detenernos para mirar nuestros mapas y decidir cual sería nuestra próxima visita.
La Colegiata y Claustro de Saint-Salvy
Esta iglesia es una de las iglesias románicas de la región de Albí y la más antigua de la ciudad, con ella se completa el recorrido histórico por el casco viejo. Lleva el nombre del primer obispo de la ciudad de Albi en el siglo VI y se dice que se construyó sobre el sitio de la tumba de San Salvi. Observando el edificio es posible ver las diversas fases arquitectónicas y la transición del románico al gótico.
El claustro, construido en 1270 es un pequeño remanso de paz donde se invita al silencio y a la tranquilidad. Los arcos románicos están asociados con capiteles góticos tallados con personajes, animales o vegetación. En el centro de este claustro, un jardín recuerda el huerto en el que se cultivaban hierbas aromáticas y medicinales.
Estábamos cansados y quisimos volver a nuestro magnífico hotel a descansar un poco antes de que llegara la noche retomando el camino que habíamos hecho, pero en dirección contraria, aunque eso si, nos seguimos parando en lugares que no habíamos visto en la subida.
Volvimos a ver desde el Puente viejo, la imagen de la ciudad que fue tan poderosa en el siglo XIII y que aún conserva ese espíritu altivo sobre el río Tarn y que nos impresionó tanto como para darle el calificativo de... ¡Sorprendente!
Antes de recluirnos por unas horas en la habitación, salimos a la terraza del hotel para observar de nuevo las vistas que nos ofrecía. Descansamos un poco y ya por la tarde noche salimos a cenar y recorrer de nuevo el casco antiguo que tanto nos había gustado. Podéis leer toda la ruta de nuestro viaje en "Ruta en coche de 12 días por el País Cátaro: España, Andorra y Francia".
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