Mulay Idrís, el pueblo Santo de Marruecos estuvo presente en todo momento en nuestro camino de Meknes a la Ciudad Romana de Volubilis de la que dista unos escasos cinco kilómetros. Al estar tan cerca se hacía necesaria una parada, que nosotros hicimos al terminar la visita de Volubilis.
Las vistas desde la carretera son preciosas, un pueblo blanco recostado sobre colinas muy verdes. Los más imaginativos dicen que la imagen de este pequeño pueblo marroquí es la de un camello recostado y además en medio de la nada está la silla del que vela su descanso. ¿Lo veis?
Pero lo que hace más especial a este pequeño pueblo, que se encuentra incluido en la Lista indicativa del Patrimonio de la Humanidad desde 1995, es que es el lugar más santo de todo Marruecos y el segundo del mundo musulmán tras la Meca. Según el Corán todo buen musulmán debe peregrinar, al menos una vez en la vida a la Meca. Pero quién no puede llegar en la Meca, tiene un sustituto más cercano en este lugar; eso sí deben hacer al lugar hasta cinco peregrinaciones para cumplir los preceptos del Corán. Este carácter religioso y santo del pueblo de Mulay Idris hizo que estuviera cerrado a los no musulmanes hasta casi el final del siglo XX.
Su nombre procede del bisnieto de Alí, yerno de Mahoma y fundador de la dinastía Idrisida (del que os hablamos en Fez) Mulay Idrís I. Se desconoce de él el lugar de nacimiento y si se conoce que llegó a Marruecos tras haber participado en una sublevación contra el califa Abasí en el año 786; encontró cobijo en una tribu bereber al sur de Tánger en el año 788. En el 789 asentó su poder y toma el nombre de Idris I y fallece en el 791.
Si camino de Volubilis desde Meknes vimos este bonito y santo pueblo al pie de la carretera; desde Volubilis a Mulay Idris hicimos el acceso por la parte alta de la carretera y las vistas fueron espectaculares. Este es un lugar en el que hay que hacer una parada para ver la vida más auténtica de Marruecos porque aquí el turismo escasea. Tuvimos poco tiempo para explorar el lugar y además estaba lloviendo. Nuestro conductor nos paró junto a la antigua muralla de la ciudad de la que tan solo queda una puerta del siglo IX.
No nos dio tiempo de bajarnos del coche, cuando ya teníamos allí un local, ejerciendo de guía, que quería acompañarnos y explicarnos su pueblo. Nos pedía 150 MAD por una hora, como teníamos poco tiempo accedimos, no sin regatear y le pagamos 40 MAD. Sin él hubiera sido difícil encontrar el famoso Minarete Circular y llegar a la parte alta para contemplar el mausoleo de Mulay Idris.
Emprendimos camino con nuestro guía, no recordamos cómo se llamaba, por el lugar. Nos llama la atención, el ir y venir de gentes a pesar de la lluvia, la cantidad de burros que hay junto al mercado. El pueblo se divide en seis barrios, dos de ellos en la parte alta Khiber y Tazga, y cuatro la parte más baja.
Nos adentramos en un entramado de callejuelas con casas encaladas en blanco y verde, el camino era cuesta arriba, un poquito cansado. Nos encontramos con una casa en la que estaban descargando algo negruzco y que desprendía un olor bastante desagradable; nos explicó nuestro guía improvisado, que eran los restos de la prensa de las aceitunas negras que se secan y luego se utilizan para hacer el jabón negro de marruecos, que no es sólido sino líquido y es un exfoliante natural.
Llegamos a nuestro primer destino, que era ver el único minarete de Marruecos con forma circular y tiene pasajes del Islám escritos en todo él. Una curiosidad sin más, al menos para nosotros.
Llegamos a la parte alta del pueblo, al barrio de Khiber donde se sitúa la mezquita de Sidi Abdalah, desde donde se ve la ciudad con sus tejados verdes y se obtienen unas vistas muy, muy bonitas del Mausoleo y Zauia de Mulay Idrís, que tiene prohibida la entrada a los no musulmanes.
Emprendimos la bajada y había llegado la hora de partir, Meknes nos esperaba. Queríamos comer allí y conocer un poco más a fondo la bella ciudad imperial.
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