Marrakech, la última visita de nuestro recorrido de las Ciudades Imperiales en tren, ostenta junto a las ciudades de Fez, Rabat y Meknes el título de Ciudad Imperial y es la que dio nombre a todo el país, Marruecos. Además, como toda gran ciudad, tiene una leyenda que cuenta que Marrakech da color a la bandera nacional del país: cuando se construyó la mezquita de la Koutuobia en el corazón de la ciudad, ante tanto sacrificio humano en su construcción, ésta comenzó a sangrar de tal manera que tiñó de rojo toda la ciudad.
Los orígenes de la ciudad se remontan a 1070 cuando el gran jefe almorávide, Abu Bekr, estableció un campamento militar en la zona. Su primo y sucesor, Yusef Ben Tachfin es quien convierte el campamento primitivo en una capital digna de su imperio, que se extendía desde el Atlántico hasta Argelia y desde el Sáhara al Ebro. La conquista almohade en el siglo XII hizo casi desaparecer las primeras construcciones, que fueron reemplazadas por otras, muchas de las cuales podemos admirar aún hoy, como la Mezquita de la Koutuobia y la Kasbah. En el siglo XIII la ciudad es conquistada por los beniméridas y la capital se traslada a Fez. Un ir y venir de dinastías y capitalidades, épocas oscuras y de florecimientos llevan a la ciudad de Marrakech al siglo XX, considerándose la capital más internacional de Marruecos. Esto ha llevado a un gran crecimiento de la ciudad, generándose barrios nuevos como el de Guéliz, construido por los franceses en la época de la colonización.
LOS IMPRESCINDIBLES DE MARRAKESCH EN UN DÍA
Llegamos a Marrakech sobre las 12,30 h en tren procedentes de la ciudad de Casablanca. El trayecto en esta ocasión fue un poco más largo, unas tres horas y media. El paisaje fue cambiante, apareciendo las tierras rojas de la región y la presencia del gran Atlas a nuestra izquierda coronado de nieve.
La estación central de trenes de Marrakech es muy bonita y moderna; se encuentra en el barrio colonial de Guéliz. No hay problemas de taxis y aquí ya hay que regatear; nosotros en esta ciudad, la más turística de Marruecos, seguimos la política de ofrecerles la mitad de lo que nos pedían y normalmente funcionó. El taxi nos cobró 15 MAD por llevarnos al hotel y como nos pareció un hombre serio, quedamos con él para el día siguiente a las dos de la tarde para que nos llevara al aeropuerto y quedamos en que nos cobraría 70 MAD.
El hotel que elegimos estaba en este barrio, bastante cerca de la estación y la verdad es que nos encantó. Hablamos del Hotel Almas en el que pagamos 42 € la noche con desayuno. Sobre la una del medio día estábamos listos para comernos esta famosa ciudad. Como en casi todas las ciudades de Marruecos y por ende en las Ciudades Imperiales, Marrakech está dividida en dos partes: La ciudad vieja con la gran Medina, que en este caso está rodeada de una espectacular muralla de tierra roja, y, fuera de las murallas, la ville nouvelle o ciudad nueva, en este caso con dos grandes barrios Guéliz e Hivernage; la Avenida de Mohammed V es la arteria que une la ciudad nueva con la Medina.
La Medina o ciudad vieja está llena de palacios, mezquitas (aunque la inmensa mayoría no las pueden visitar los no musulmanes) y zocos, pero además contiene uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad la Plaza Jamaa el Fna. La “cuidad roja” atesora entre sus murallas dos Patrimonios de la Humanidad: La Medina declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1985 y la Plaza Jamaa el Fna declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2008.
La UNESCO dice de la Medina de Marrakech Patrimonio de la Humanidad desde 1985 “Fundada en 1070-1072 por los almorávides (1056-1147), Marrakech fue durante mucho tiempo un importante centro político, económico y cultural del Occidente musulmán, con una gran influencia en todo el norte de África y Andalucía. De ese periodo datan varias edificaciones impresionantes como la mezquita de Kutubiya, la casba, las murallas almenadas y las puertas monumentales, así como los jardines. Posteriormente, la ciudad se engalanaría con otras joyas arquitectónicas como el palacio Bandia, la madraza de Ben Yússef, las tumbas saadianas, numerosas mansiones señoriales y la plaza de Yamaa ElFna, verdadero teatro al aire libre”
Nosotros estuvimos en la ciudad toda una tarde y la mañana completa del día siguiente y os vamos a contar qué visitar en Marrakech cuando se tiene poco tiempo, pero sobre todo decir que es una ciudad que se disfruta paseando y sumergiéndose en su atmósfera. Como desde el hotel teníamos que coger un taxi para ir a la medina, decidimos que antes le pediríamos que nos llevara a dar una vuelta por el palmeral. El taxista hablaba español perfectamente porque había trabajado en España unos años y al final negociamos con él, es lo bueno de estar en temporada baja, que por 10 euros estaría con nosotros hasta las seis de la tarde. Os contaremos por orden cuáles fueron nuestras visitas.
El Palmeral de Marrakech es un gigantesco parque milenario que abarca unas seis mil hectáreas y contiene más de 100.000 palmeras. La leyenda cuenta que los soldados almorávides acampados en el valle de Haouz, y donde sería fundada la ciudad de Marrakech, tiraban los huesos de los dátiles que comían y así nació el palmeral de Marrakech. Crearon en la zona un sistema de irrigación y pozos para gestionar el agua, que todavía existe hoy día.
Nos decepcionó un poco porque pensábamos encontrarnos una zona mucho más verdes. Dentro de esta inmensa zona se encuentran hoteles de lujo y el Palacio Real del que solamente se ven sus murallas pero también quedan por la zona pastores y curtidores de piel. Otro de los atractivos de la zona es montar en camello pero no os podemos decir el precio porque nosotros ni lo intentamos. También se puede recorrer en calesa y los paseos duran alrededor de una hora.
Las Murallas de adobe es otro de los elementos distintivos de Marrakech. Fueron tres cinturones de murallas los que protegían la medina contra incursiones y asedios; hoy día son unos 19 Kilómetros y se conservan nueve puertas. Es muy interesante hacer un recorrido por ellas, en nuestro caso en coche, que nos permitió circunvalarlas casi al completo.
El Palacio el Badi está ubicado en la medina. Este palacio fue construido a finales del siglo XVI por el sultán Ahmed al-Mansour para magnificar su poder con un gran palacio tras haber vencido a las tropas portuguesas en la " batalla de los Tres Reyes ", en 1578. El Badi significa "El Incomparable". El encargado de su destrucción fue Mulay Ismail, que al trasladar la corte a Meknes decidió borrar todo resto de la dinastía precedente. Actualmente se encuentra prácticamente en ruinas, quedando solo visitable una gran explanada repleta de naranjas y los muros de la edificación. Las ruinas espectaculares de este palacio sirven de marco al festival anual del folklore marroquí. El precio de la entrada es de 10 MAD.
Comimos en la terraza de un restaurante al lado del palacio Badí con unas vistas del mismo espectaculares. La comida fue buena y el ambiente agradable.
El Palacio de Bahia también se encuentra en la Medina, cerca del barrio judío de la ciudad. Es un bello palacio de Marrakech y es ejemplo de una casa rica de finales del siglo XIX realizado por Ahmed ben Moussa, un gran visir del sultán, para su uso personal. Bahía significa "el bello" o "la bella". El palacio cuenta con más de 150 habitaciones todas en una sola planta, se cree que se realizó así debido a la obesidad que padecía el visir y que le impedía subir escalares; cuenta con hermosos jardines y patios, siendo uno de los más hermosos el gran patio de Honor rodeado por una galería de habitaciones que ocupaban las esposas y concubinas del visir.
Otra estancia que sorprende por su belleza es la Sala del Consejo con paredes recubiertas de cerámica y el techo de madera de cedro pintado. Abre todos los días de 9h a 16,30h y pagamos 10 MAD por persona.
La Mezquita al Yazid se encuentra en la Kasbah de Marrakech en una plaza muy animada, llena de restaurantes y vendedores. Se la conoce también como la mezquita del palacio y fue construida por el Emir Yacoub el Mansour, de la dinastía de los Almohades, para recordar su victoria en una batalla militar de Al Arak. Justo al lado de tanto bullicio se encuentran las Tumbas Saadies, que era nuestra siguiente visita.
Las Tumbas Saadies. Es uno de los monumentos más visitados de Marrakech y se encuentran ubicadas en el barrio de la Kasbah, junto a la mezquita. Fueron construidas por el Sután Ahmad al-Mansur de la dinastía de los Saadís, también el creador del Palacio El Badi. Estas tumbas corrieron mejor suerte que el Palacio y se salvaron de la destrucción de Mulay Ismail en la ciudad, fueron descubiertas en 1917 por los franceses. Están rodeadas de una alta muralla que las aísla de La Kasbah y se visitan a través ver un bello jardín. Hay más de 100 tumbas decoradas por unos coloridos mosaicos. Un lugar muy bello y tranquilo dentro de la ajetreada y bullciosa medina. Abre de 9h a 16,45h y el precio son 10 MAD por persona.
El Jardín de la Menara es el jardín más conocido y fotografiado de Marrakech, se encuentra en el extremo sur de la ciudad, junto al nuevo barrio de Hivernage y a unos 50 minutos a pie de la Medina. Está cerrado por una inmensa valla de más tres kilómetros de longitud y uno y medio de anchura, árboles frutales y olivos pueblan este terreno que fue creado en el siglo XII por los almohades que los dotaron de un sistema de canales subterráneos para regar los olivares y huertos.
Dentro del jardín encontramos un estanque artificial y un hermoso pabellón cubierto de tejas verdes también llamado Minzah. Es una de las imágenes más bonitas y más fotografiadas de la ciudad con el bello telón del fondo de las montañas del Atlas totalmente cubiertas de nieve.
La Menara, como son llamados estos jardines por los locales, se han convertido en una zona de recreo de las familias. El sol empezaba a caer y se acercaba el momento de visitar dos de los iconos de la ciudad, la Mezquita de la Koutoubia y Plaza de Jemaa el Fna.
La Mezquita Koutoubia es la más importante de Marrakech y también es una de las más grandes del Occidente musulmán, además es el monumento más representativo del arte almohade de la ciudad. Construida en el siglo XII, debe su nombre a los numerosos mercaderes de manuscritos que se instalaron alrededor de ella, Kutubia significa libreros (kutub: libro en árabe). El minarete de la Koutoubia puede verse casi desde cualquier parte de la ciudad, convirtiéndose en su eje central. Con sus 72 metros de altura, es el edificio más alto de todo Marrakech, quedando prohibido levantar cualquier otro que le supere. El minarete está rematado con cuatro bolas doradas, la más grande de dos metros de diámetro. En esta fotografía saliendo de la Menara se ve la Koutoubia perfectamente.
Por su arquitectura y sobriedad en la decoración, la Koutoubia fue tomada como modelo para la construcción de la torre Hassan en Rabat y la Giralda de Sevilla.
Los no musulmanes tienen prohibida la entrada a la mezquita de la Koutoubia, al igual que ocurre con todas las mezquitas excepto algunas excepciones, pero igualmente merece la pena contemplarla aunque solo sea por fuera. Ocupa un lugar estratégico en la ciudad muy próxima a la plaza Djemaa el Fna y la Avenida Mohammed V que parte justo frente a ella y te lleva directamente a Gueliz, la Ciudad Nueva. En este punto es donde mayor concentración de calesas hay para dar un paseo por donde uno desee, generan un ambiente muy, muy bonito.
Plaza de Jamaa el Fna es el corazón de Marrakech y Patrimonio Inmaterial de la Humanidad desde 2008 por ser la mejor muestra de su forma de su forma de vida y cultura. Os contaremos nuestra experiencia y nuestras sensaciones de esta plaza en un nuevo post que hemos titulado “La PLAZA JAMAA EL FNA (Patrimonio Inmaterial de la Humanidad), cuando el negocio y la furia superan a la tradición y la magia”. En cualquier caso, tuvimos la suerte de conocer esta plaza en todos los momentos del día: a la caída de la tarde, la noche y a la mañana siguiente, bien temprano, empezando a despertar en un día lluvioso.
Así llegamos a la mañana de nuestro último día en Marrakech y por ende el final de nuestro viaje a las Ciudades Imperiales de Marruecos en tren. Tras el desayuno, dejamos nuestras maletas en recepción, cogimos un taxi y por 30 MAD en unos quince minutos estábamos de nuevo en la Plaza Jemaa el Fna. Era viernes y el día amaneció lluvioso y nuevamente con frío, eran las nueve de la mañana y la plaza estaba prácticamente vacía. Con nuestro mapa emprendimos camino de nuestra primera visita, pero para ello tuvimos que adentrarnos en los zocos de la ciudad. Los zocos, son una constante en las medinas de las ciudades árabes y fueron el lugar de encuentro de las caravanas que viajaban por el desierto para comerciar.
El zoco de Marrakech es el mercado más grande de Marruecos. Por suerte para nosotros, al ser tan temprano, todo estaba tranquilo y se podía pasear e incluso preguntar sin ningún problema. Las calles laberínticas, casi todas cubiertas por techos de madera para protegerse de frío y calor, puestos de ropa, joyas, tapices, calzado, joyas, metales, cuero, especias se iban sucediendo en nuestro pasear por los zocos. Si queréis comprar alguna cosa, negociar y negociar hasta quedaros roncos ya que los precios en estas zonas tan turísticas son elevadísimos. Y así, con tranquilidad y envueltos en el ambiente de los zocos, nos acercamos a nuestro primer destino que no era otro que la Madraza de Ben Youssef; aunque antes de llegar nos encontramos una pequeña sorpresa y que no buscábamos.
La Qubba Ba'Adiyn o Koubba almorávide, es un pequeño edificio almorávide construido en el siglo XII y no es otra cosa que la antigua sala de abluciones de la mezquita almorávide. Está bajo el nivel del suelo y está coronado por una cúpula con decoraciones de ladrillo. Se encuentra muy cerca del Museo de Marrakech y de la Mezquita Ben Youssef.
Madrasa Ben Youssef. Se encuentra junto a una Mezquita (no se puede visitar) que lleva su mismo nombre y es uno de los edificios más hermoso que visitamos en Marrakech. Esta escuela de teología coránica fue fundada a mediados del siglo XIV y reformada en el siglo XVI convirtiéndose en la más importante de todo el norte de África. Estaba compuesta por una universidad coránica y una residencia.
Esta escuela coránica acogió a más de 900 estudiantes. Su decoración sutil con estuco, mosaicos, mármol y madera de cedro hacen de ella un lugar imprescindible si se visita Marrakech. Abre todos los días de 9h a 18 h y la entrada por persona son 20 MAD. Nosotros le dedicamos casi una hora de visita, recorriendo las dos plantas del edificio y recreándonos en la belleza del lugar. Desde aquí emprendimos el retorno a la Paza Jamaa el Fna y volvimos a recorrer los zocos de la Medina, ya eran las doce del mediodía y a esta hora, a pesar de ser viernes, estaba todo muy animado. Hicimos una parada el el Zoco de los Tintoreros que nos resultó muy interesante, aunque decepcionamos un poco al chaval porque no compramos nada.
Llegamos a la Plaza Jamma el Fna y nuestro objetivo era tomar un café calentito, estaba lloviendo y hacia bastante frío, en el café más conocido y con mejores vistas desde las terrazas para contemplar la plaza en toda su magnitud, El Café Paris. Y tuvimos suerte porque tenían estufas exteriores y se estaba de lujo. Decidimos volver al barrio de Gueliz y comer cerca del hotel que hay multitud de restaurantes para a las dos tener nuestras maletas recogidas y marchar al aeropuerto. Ya os dijimos que el taxi fueron 70 MAD y además le pagamos con los dirhan que nos quedaban y euros, aquí se puede pagar como uno quiera.
El aeropuerto internacional de Marrakech nos sorprendió gratísimamente porque era completamente nuevo y con muy buen gusto, el resto como todos los aeropuertos del mundo. Y recordad, que aunque no vayáis a facturar y tengáis la tarjeta de embarque hay que pasar por el mostrador de facturación de la compañía para que te la sellen porque es necesario para acceder a la zona internacional. Y procurad ir con unas tres horas de anticipación porque como dice nuestro refranero: "Las cosas de palacio van despacio"
Y aquí termina este viaje de siete días la las Ciudades Imperiales de Marruecos en tren, un viaje en el que todo salió muy bien y en el que no hubo día sin conocer algún Patrimonio de la Humanidad en Marruecos. Tendremos que hacer un tercer viaje a este hermoso y cercano país para conocer la Ciudad de Mazagán, Esauría y Kasar de Ait Ben Hadú, pero esto es otra historia.