Llegamos a Orebic, un pueblo de veraneantes junto al mar sobre las 10:00h. y tan solo 30 minutos nos faltaban para coger el ferry que nos llevaría a la isla de Korcula (en croata se pronuncia Kor-chula), suficiente para tomar un café en una terraza mirando al mar. En esta ocasión adquirimos un billete de ida y vuelta y dejaríamos el coche en el aparcamiento del puerto.
El trayecto entre Orebic y Korcula es de 15 km. y dura solo 12 minutos. El precio por persona y trayecto es de 15 kunas (ida y vuelta). Las salidas desde Orebic se hacían a las "medias" y desde Korcula a las horas en punto.
El recorrido es una preciosidad, pues se puede observar con detalle el recinto amurallado de la ciudad histórica de Korcula, con su característica piedra blanca y los montes cercanos con una gran frondosidad de color verde. La isla es sin duda, la más boscosa de todo el millar de islas de la costa dálmata, pero además de otros atractivos, tiene su propia leyenda, la que nos cuenta que en ella nació Marco Polo, el gran viajero.
Llegamos a puerto y justo enfrente teníamos la oficina de turismo, donde nos facilitaron el mapa de la localidad y la información más relevante.
Como podéis observar en el plano, la organización urbanística también es muy particular, ya que sus calles se diseñaron en forma de espina de pez para protegerse del aire, esto proporciona a la ciudad una peculiaridad: ninguna calle es contigua a otra, no existe continuación entre ellas, sino más bien un sinuoso periplo zigzagueante que el viajero agradece, ya que le permite observar sin rodeos diferentes enclaves de la ciudad.
Antes de continuar, pasamos a contar una breve historia de Korcula: Los griegos se instalaron en ella hasta el siglo III a.C.. Los romanos lo harían después y tras la caída del imperio, la invadieron los eslavos hasta el siglo VII. La República veneciana la ocupó en el año 1000 hasta 1797 que fue invadida por las tropas de Napoleón. Más tarde, fue anexionada al Imperio Astro-húngaro e incluso al Reino Unido, para que después de la Segunda Guerra Mundial pasara a formar parte de Yugoslavia y por fin en 1991 acabó integrándose en Croacia.
Debido a los casi 800 años que perteneció a Venecia, la mayoría de la arquitectura del centro de la ciudad pertenece a esa época.
Las calles por las que merece la pena pasear tranquilamente, disfrutando de sus bellísimos edificios renacentistas y góticos, adornados con escudos, columnas, fuentes y balcones son legado de aquella República veneciana. Por ello Croacia la ha propuesto para ser Patrimonio Mundial de la Humanidad y UNESCO la ha incluido en su Lista Indicativa desde el año 2007.
Todas las casas, tiene un gancho en la fachada, utilizados no solo para alzar mobiliario y pesadas cargas al interior si no por que tenían (tienen) la cocina en el piso superior al igual que muchos pueblos de los Alpes y del Norte de Italia, para evitar propagaciones de incendios en las casas colindantes. En las ganzúas de piedra se enhebraban cuerdas que servían para aupar los alimentos hacia las despensas de las cocinas.
Casi sin darnos cuenta, llegamos al límite occidental de la ciudad, donde se encuentra su más famosa puerta, enclavada en la llamada Torre Revelin. Disponía de un puente levadizo de madera, que fue sustituido en el siglo XVIII por los escalones de piedra que se observan en la actualidad. Debajo de la gran escalera hay un animado ambiente de puestos de mercado donde venden piedras de colores, joyas, camisetas, sombreros y recuerdos. Junto a la Torre, uno de los principales atractivos de la ciudad, la Catedral de San Marcos, construida en el siglo XIV. Evidentemente, su nombre se debe a la influencia veneciana que en ese momento dominaba el territorio dálmata. Tardó en construirse unos 150 años.
Korcula sigue la estela de esos pueblos que desafían a la historia y reivindican para sí el nacimiento de una celebridad, como Alcázar de San Juan (Ciudad Real) con Miguel de Cervantes, el pueblo kalash (Pakistán) con Alejandro Magno, o la región de Calvi (Córcega) con Cristóbal Colón, por poner algunos ejemplos.
Revindican que el apellido Polo es originario de Korcula y que aún hoy en día, algunas familias del pueblo lo tienen. Por otra parte, aseguran que era veneciano (tal y como él mismo relata en sus escritos) porque en aquella época, la isla pertenecía a la República veneciana y no porque naciera en Venecia. Y para finalizar, aseguran que fue el mismo Marco Polo quien financió la batalla contra la República de Génova, al haberse enterado que su lugar de nacimiento fue expoliado y saqueado por ésta. Si el origen de Marco Polo es un tanto ambiguo, cierto es que fue hecho prisionero en la batalla naval de Korcula, entre los estados venecianos y genovés. Después de haber sido capturado y llevado a una cárcel genovesa, escribió el famoso "Libro de las Maravillas", ayudado por su compañero de celda, el escritor y editor de libros Rustichello sobre sus viajes a China y sus encuentros con Kublai Khan, el gran emperador.
El origen de Marco Polo ha dado lugar incluso a conflictos diplomáticos entre Italia y Croacia, como en el año 2005 cuando en la inauguración de un museo sobre Marco Polo en China se invitó al embajador de Croacia y no al de Italia, con el consiguiente revuelo. No vamos a seguir extendiéndonos en la controversia de su lugar de nacimiento, ya que lo hizo de genial forma el premio Nobel Mario Vargas Llosa en el siguiente artículo publicado en El País... El Mercader de Korcula.
Lo cierto es que la supuesta casa natal no es de gran interés para el viajero, primero porque es del siglo XVI, cuando Marco Polo nació en el siglo XIII y no tiene ni un objeto original de la época. Segundo, por que se encuentra en bastante mal estado, siendo su único atractivo, las vistas desde la azotea. Unas cuantas fotos de su exterior nos valió para el recuerdo.
Seguimos por tanto nuestro paseo por esta deliciosa ciudad hasta llegar a las fortificaciones y murallas que rodean la ciudad, haciéndonos creer que se trata de un Dubrovnik en miniatura. Doce torres tuvo la ciudad en el siglo XV de las que solo siete permanecen en la actualidad.
Una gran mañana la pasada en Korcula, del todo recomendable visitarla aunque sea solo de paso. Nosotros cogimos el barco de regreso y en Orebic iniciamos de nuevo la marcha en coche en dirección a Trpanj, unos 25 kilómetros de carretera, donde volveríamos a coger un nuevo ferry hasta Ploce. Pero antes, después de un ascenso por la carretera, nos paramos en la cima del monte para observar el gran espectáculo de la costa croata.