Habíamos dormido estupendamente en el hotel de Erice y para pasar nuestras ultimas horas en Sicilia, elegimos hacerlo en Trápani, la ciudad donde estaría nuestro aeropuerto para salir de la isla con destino Madrid. Podíamos habernos quedado en Erice pero preferimos no perdernos nada de lo que pudiéramos visitar en esta maravillosa isla. Solo teníamos unas cuantas horas para recorrer la ciudad y teníamos que aprovecharlas. Dejamos el coche en un aparcamiento junto a la playa que nos sorprendió por las cristalinas aguas del mar.
Recorrimos su litoral por el llamado paseo del Bastione di Conca en una agradable caminata hasta llegar a su imponente puerto que está dividido en tres zonas: comercial, pesquera y deportiva. Su puerto comercial está clasificado de interés nacional, por el elevado tráfico de mercancías que tiene, tanto a nivel nacional como internacional.
De aquí parten los ferrys de pasajeros que comunican Trápani con las islas Egadi y con las costas del norte de África.
Famosa por sus salinas, la antigua Drepana, que en griego significa hoz por la figura de su litoral, conserva en sus sinuosas calles repletas de fachadas barrocas, la esencia de una Sicilia autentica.
Vándalos, bizantinos y musulmanes la conquistaron progresivamente, pero fue a partir del siglo IX bajo el dominio de los musulmanes cuando se impulsó la actividad marinera de Trápani.
Más tarde conquistada por los normandos en el siglo XI, la ciudad recibió un nuevo impulso económico por parte de los aragoneses, gracias sobre todo al comercio de sal, coral, y conservas de pescado. Pasear por Trápani da la oportunidad de contemplar el atrevido juego de superposiciones de estilos en la arquitectura y el eco de tantas culturas diferentes que se han alternado entre los estrechos callejones de los barrios populares. Su principal calle, la via Torrearsa nos dirige a los puntos más históricos y emblemáticos de la ciudad. Es del todo agradable pasear por sus empedradas calles y pararse en los viejos comercios donde venden sus artísticos corales, siguiendo el método tradicional y también productos de orfebrería, de clara influencia española.
El mar de Trápani viste de salinidad sus calles, callejones y edificios, dando fuentes de vida y riqueza para la población local gracias a la actividad de la pesca, el comercio de la sal y el atún o el artesanado vinculado a la elaboración del coral.
También merece un paseo mirando hacia arriba, la calle que hace tiempo llamaban la Rua Grande, hoy Corso Vittorio Emanuele, considerado como la "parte noble" de la ciudad. Allí se encuentra la Catedral dedicada a San Lorenzo, un bello ejemplo de arte barroco construida en el siglo XVIII.
La fachada tiene, en la parte inferior, un pórtico, mientras que la parte superior tiene una forma curvada. El pórtico que consta de tres compartimentos, cada uno de los cuales corresponde un arco de medio punto que se abre hacia el exterior. La puerta que se cierra el pórtico fue construido en bronce y hierro. Alberga en su interior varios conjuntos de esculturas y un conjunto de pinturas flamencas, entre los que destaca la Crucifixión de Van Dyck.
Muy cerca está la Iglesia del colegio de los jesuítas, considerada como el edificio barroco más significativo de la ciudad de Trápani. La iglesia fue construida a principios de siglo XVII y posteriormente se adosó el colegio. Es un claro ejemplo de la transición entre el manierismo y el barroco, con sus cornisas, columnas y salientes.
Seguimos nuestro paseo por la Rua Grande y nos topamos con la Iglesia del Purgatorio, quizás la más bonita e impresionante de Trápani. Fue construida en el siglo XVII , aunque su fachada fue modificada en forma de torre de dos cuerpos un siglo mas tarde. La Iglesia conserva un valioso conjunto de esculturas de madera policromada a tamaño natural, realizadas en el siglo XVIII que representan distintos hechos de la Pasión de Cristo que se lleva en procesión el Viernes Santo aunque esta iglesia está cerrada al culto.
Un precioso palacio pone fin a la Rua Grande de manera majestuosa, su magnífica fachada barroca rematada por dos grandes relojes y diferenciada en dos niveles por columnas y estatuas. En la parte superior y en el centro se encuentra la estatua de la Madonna de Trápani, de gran veneración. Es el Palacio dei Senatori, actual sede del Ayuntamiento.
Desde Trápani parte" la ruta de la sal " a Marsala, y la laguna Stagnone, la más grande de Sicilia entre marismas. Muchos puntos de observación de un paisaje dominado por los molinos de viento que se utilizan para moler sal y, dependiendo de la temporada, pequeños montículos de sal alineados en grandes tejas de terracota que protegen la sal en el invierno y el avistamiento de los hermosos flamencos en vuelo. Desgraciadamente solo pudimos ver parte de ello en nuestro camino al aeropuerto.
El aeropuerto de Trápani se encuentra a unos 15 Km al sur de la ciudad y hasta hace pocos años era un aeropuerto exclusivamente militar, gracias a su remodelación en 2009 para compañías low cost con vuelos internacionales se ha convertido en el tercer aeropuerto más transitado de la isla de Sicilia.
Dejamos nuestro Opel Corsa en la oficina de alquiler y nos dispusimos a esperar la hora de embarque de nuestro vuelo a Madrid.
Y desde allí nos despedimos de esta maravillosa isla, teniendo la impresión de haber realizado uno de nuestros mejores viajes. ¡Arrivederci, Sicilia!