Salimos de San Marino sobre las 13:30 horas, nos haría falta una media hora para cubrir el trayecto de 30 Km que hay hasta Rímini. Nuestro GPS nos llevó hasta el centro de la ciudad pero sin tener en cuenta que el tráfico, que como ya viene siendo habitual en Italia está cortado en esta zona. Así que aparcamos después de dar varias vueltas y descubrir que era imposible acceder más allá de donde nos encontrábamos. Al menos esta vez sin pagar al ser domingo en una plaza donde observamos que había un pabellón conteniendo restos romanos.
Era la llamada Domus del Chirurgo, es decir "La casa del Cirujano". Esta antigua domus romana data del siglo II y en ella ha sido encontrada una colección de 150 instrumentos quirúrgicos que no dejan dudas acerca de la identidad del propietario: un médico, al parecer militar llamado Eutiques, dedicado a curas de heridas de guerra. También en la misma casa se descubrieron mosaicos y decoraciones con frescos que dan testimonio del alto rango de miembro del propietario. No pudimos entrar porque era tarde y teníamos ya necesidad de comer algo.
En este enlace se encuentra información, precios y horarios... DOMUS DEL CHIRURGO.
Seguimos la señal que indicaba el centro de la ciudad y cuando llevábamos unos 200 metros andando entramos en la plaza que es precisamente el centro social, político e histórico de Rímini... La Piazza Cavour.
Se convirtió en centro histórico desde la Edad Media, llamándose Plaza del mercado y posteriormente Plaza de la Fuente. Contiene algunos de los más bellos edificios y monumentos de Rímini : la Fontana della Pigna, el Ayuntamiento (también llamado Palazzo Garampi ) que junto al Palacio Arengo, son magníficos ejemplos de la arquitectura civil de Renacimiento, el Palazzo del Podesta, la estatua del Papa Pablo V y el Teatro Comunale que inauguró Giuseppe Verdi.
Rodeado de tiendas, cafés y restaurantes, no dudamos en comer en uno de ellos, después de habernos sorprendido gratamente la primera impresión de la plaza. Entramos en el bar-restaurante "Spazi" y la verdad que no nos salió mal. Un local precioso, muy bien atendido y unos platos de pasta y pizza recién hechas exquisitas. Muy recomendable.
Al salir de comer, fuimos a conocer el Palacio Malatestiano, donde residía el condottiero rival del duque de Urbino y del que relatamos algo en nuestro artículo sobre Urbino.
Construido en el siglo XV, fue concebido como fortaleza y palacio al mismo tiempo, por orden del entonces Señor de Rímini, Segismundo Malatesta, por eso en la ciudad se le conoce como Castel Sismondo. Tenía foso y puertas levadizas y además ordenó demoler todos los edificios de la ciudad que impidieran tener una visión de su alrededor, para dominar todo su entorno. Actualmente se encuentra en obras con motivo de la remodelación total que se quiere hacer en la plaza donde se encuentra ubicado.
Rímini, es conocida mundialmente como destino de sol y playa, sus 15 Km de costa de fina arena hizo que desde el siglo XIX existieran hoteles para turistas que deseaban bañarse en sus aguas, pero Rímini ha sido muy importante en el pasado de Italia. Viendo su patrimonio no hay duda de que esta ciudad fue un enclave crucial no solo en la Edad Media y Renacimiento si no de la Roma Imperial y una buena muestra de ello son los vestigios que conserva. Nos dirigimos a conocerlos.
Volvimos a la plaza Cavour y desde allí emprendimos la caminata a través de la calle Corso d`Augusto, principal calle comercial de la ciudad, por supuesto peatonal y llena de las tiendas de marca que todos suponemos. Llegamos a la Plaza de los 3 mártires en honor a los tres partidarios de la Resistencia ahorcados en esta plaza por los nazis en 1944 ya que antes se llamaba Plaza de Julio Cesar. Desde este lugar ya se dejaba ver el arco del triunfo romano más antiguo que existe... El Arco de Augusto.
El Arco de Augusto de Rímini es un arco triunfal consagrado al emperador Augusto por parte del Senado romano en el año 27 a. C. Es el arco romano más antiguo conservado. Marcaba el final de la vía Flaminia, la única que durante muchos siglos unió Roma con Rímini. En lo alto del arco existía una estatua de bronce del emperador Augusto conduciendo una cuadriga, que fue esquilmada. Constituye uno de los símbolos de la ciudad, tanto, que forma parte de su escudo.
Nos faltaba conocer el otro icono imperial de la ciudad, el Puente de Tiberio y como se encontraba lo suficientemente lejos como para ir andando, volvimos para recoger nuestro coche. Casualidad es que durante el camino, pasáramos junto a otro esplendido monumento, el Templo Malatestiano.
El Templo Malatestiano es del siglo XV. Aunque en realidad se modificó la antigua iglesia gótica dedicada a San Francisco. Se trataba de crear un templo que conmemorara la gloria de la familia Malatesta, sirviendo de panteón además de como Iglesia. Se trata de una obra inacabada, pues falta la cúpula y no se remató el frente ya que al morir el duque se dejaron de aportar medios, pero es innegable la belleza de la piedra que envuelve el edificio y las formas que intervienen en la ornamentación del Templo.
Llegamos hasta el aparcamiento y cogimos el coche, pusimos la dirección en el GPS y nos dirigimos hacia el Puente, no tuvimos problemas para aparcar en una especie de parque junto al rio. Salimos para ver el precioso monumento y hacer las correspondientes fotos.
Este puente une las dos orillas del río Marecchia y menos mal que no fue bombardeado durante la II Guerra Mundial, ya que es una auténtica joya. Construido en el siglo I a.C. sorprende lo bien conservado que está y que todavía encima de él, después de más de 20 siglos, circulen coches y camiones. Si en la antigüedad este puente unía el Imperio de Roma con el resto de Europa, hoy da acceso a uno de los barrios con más encanto de la ciudad: el Borg.
Casas multicolores en calles sinuosas y estrechas, que aportan el inconfundible "sapore" italiano. Las mejores Osterias y Pizzerias de la ciudad se encuentran en este barrio. Una pena no poderse quedar a cenar aquí. Es del todo recomendable hacer una parada y pasear por sus calles.
Y lo último en esta ciudad, no nos podíamos ir sin conocer su costa y puerto deportivo. Fuimos para allá y la verdad no llegamos a comprender como tiene tanta fama, porque nos pareció igual que cualquier turística ciudad costera española como Gandía o Cullera.
Hay que reconocer sin embargo que han construido un precioso paseo con suelos de madera (por cierto, ya les hace falta un poco de mantenimiento) para llegar al final del rompeolas y desde donde puedes divisar tanto la playa como el puerto. Con esto dimos por finalizada nuestra vista a Rímini de la que sin duda nos quedamos antes con su centro histórico que con su playa. El GPS nos empezaba a dar indicaciones para llegar a Classe, la siguiente parada en nuestra ruta.