Después de dar buena cuenta del desayuno del hotel, nos dirigimos nuevamente al centro de la ciudad, es decir la Plaza del Ayuntamiento. Con nuestro pase turístico el acceso es gratuito para el Museo del Ayuntamiento . Una visita corta y rápida, ya que no había mucho público y rápidamente dimos cuenta de todo lo expuesto .
Dentro de este singular edificio de estilo gótico, construido entre los siglos XIV y XV, desde casi los orígenes de esta ciudad, ha sido el centro político, comercial y social de la misma. Mucha historia entre sus muros y eso es lo que nos enseñan en el museo.
Nada más entrar nos encontramos con una réplica de "el viejo Tomás" que es como los habitantes de Tallin conocen a la figura que está encima de su torre campanario de 64 metros. La exposición permanente ofrece al visitante un paseo por la historia de Tallin a través de siglos - comenzando con prehistoria y terminando con reconquista de Estonia de la independencia en 1991. En 2003, el Museo de la ciudad de Tallin fue nominado a Museo Europeo del Año.
Salimos del museo y nos acercamos a ver otra curiosidad de Tallin, que se encontraba justo enfrente del Ayuntamiento. Una farmacia que presume ser la más antigua de Europa y que desde el año 1422 como reza en su placa exterior, conserva en su interior mobiliario, envases de pócimas e instrumental que se utilizaba en época medieval.
Cogimos otra vez la dirección de la calle Virnu, con intención de llegar a la puerta de la ciudad y empezar a recorrer el perímetro de las murallas. Como íbamos bien de tiempo, hicimos un receso en uno de los pasajes que hay junto a las murallas, ya que leímos que se llamaba pasaje de los artesanos. No compramos nada, pero siempre nos llama la atención la artesanía de cada país y entramos a curiosear.
No obstante, disfrutamos de un buen café en la terraza de un bar con excelente decoración y buenas vistas. Nos supo a gloria y después de unos 20 minutos, nos pudimos nuevamente en marcha.
Teniendo como referencia una de las Torres de la Muralla, nos dirigimos a conocer otra de las puertas de entrada al centro histórico de Tallin o ciudad baja. Quizás la más famosa.
Se denomina Puerta del Mar, la más famosa y visitada por los turistas puesto que es el primer monumento que se encuentran al llegar a la ciudad desde los cruceros y ferries que atracan en el puerto. Antiguamente, los marineros y soldados accedían por esta puerta.
Esta puerta está flanqueada por una torre robusta llamada Torre de Margarita la Gorda. No se sabe si el nombre era de un cañón que estaba en su interior o el nombre de la cocinera que llevaba la comida a los soldados que estaban como vigías. Esta torre defensiva, con muros de 4 metros de espesor se construyó en el siglo XVI en la zona norte de la muralla para proteger la ciudad y puerto de invasores por mar, con ventanas que pudieran albergar cañones. También del siglo XVI es el escudo de la ciudad de Tallin que se puede ver sobre la Puerta del Mar.
Pasando por esta puerta se accede a la calle Pikk. Si la calle Virnu atraviesa Tallin en sentido vertical, la calle Pikk atraviesa el centro de la Tallin Medieval de lado a lado en sentido horizontal. En esta calle pudimos contemplar el conjunto de casas medievales más antiguas de Tallin, conocidas como "Las tres hermanas", de las que ya hay constancia en algunos escritos del siglo XIII.
Se trata de tres casas adosada pertenecientes a antiguos mercaderes y que actualmente han sido reconvertidas en uno de los hoteles más exclusivos de la ciudad.
En la misma calle Pikk, se encuentra el Museo de Historia de Estonia. Pasamos junto a el y al comprobar que podíamos pasar gratuitamente con nuestro pase turístico decidimos entrar. El museo muestra historia del país desde el año 1830 hasta el día de hoy. Muy interesante y muy didáctico.
Unos cuarenta minutos estuvimos recorriendo las diferentes salas del museo. De allí a coger en la puerta Virnu el autobús que nos llevaría a una de las sorpresas de este viaje. El Museo etnográfico al aire libre "Rocca al Mare" de Tallin.
En este lugar que es un parque-pueblo-museo, se conservan gran parte de las estructuras de madera más antiguas de Estonia. Principalmente se trata de granjas y casas que nos darán una idea de cómo se vivía allí hace 150 años.
Nos facilitaron un plano para recorrer este esplendido lugar que mezcla las maravillas naturales con la historia del pueblo estonio. Tiene hasta 72 construcciones de reproducciones antiguas, donde podemos encontrar una escuela, un parque de bomberos, una capilla y hasta molinos.
El paraje es una autentica maravilla del que disfrutan las familias de los habitantes de Tallin, ya que apenas vimos turistas y es una pena que no promocionen su visita. A nosotros nos encantó.
En el recorrido vemos a gente que sigue haciendo labores como hace 150 años y puedes ver a campesinos cosiendo, confeccionando hatillos de ramas para decorar o las vallas y gente rematando las instalaciones con auténtica madera del bosque. Incluso puedes ver como cocinaban y comían. El museo es realmente grande, puede tardarse cerca de dos horas en recorrerlo. Nosotros no teníamos prisa y además queríamos comer allí verdaderos platos estonios.
Es una gozada ver como conservan sus orígenes y es el marco ideal para pasear en familia o para parejas que quieran tranquilidad y disfrutar de la naturaleza. Por supuesto, está permitido el picnic.
Las vistas al mar son espectaculares, con fauna y flora por doquier. Totalmente recomendable si visitáis Tallin. Es la mejor excursión que podéis hacer.
Vimos y disfrutamos de una curiosa colección de antiguas viviendas y granjas típicas de Estonia, reproduciendo el ambiente que los rodeaba. Los empleados (no sabemos si eran voluntarios) enseñaban como se vivía y trabajaba en el pasado.
Desde Iglesias de madera y paja a posadas de viajeros. Cualquier edificio de la época, está representado aquí. Perfectamente indicado, seguimos el recorrido parándonos donde nos apetecía y entrando en los interiores que al igual que en el exterior están súper cuidados. Ya llegaba la hora de comer y vimos en el mapa cual era el camino a recorrer hasta llegar a él. Fue relativamente fácil encontrarlo, no así elegir el plato que más nos gustara. Así que fijándonos en lo que pedían otros visitantes, decíamos con el dedo lo que queríamos. El precio era asequible y la bebida también. Como el día acompañaba, nos tomamos el almuerzo al aire libre en unas mesas de madera que estaban dispuestas al efecto.
Esperamos un poco para hacer la digestión y volvimos caminar para ir a la salida, aunque dudamos si coger un coche de caballos porque después de una comida generosa no nos apetecía mucho andar el par de kilómetros que faltaban hasta el final del parque. Dio la casualidad que no vimos ninguno vacío, así que andandito toda la vuelta.
El autobús llego a la hora señalada que tenía marcada en la parada y volvimos a Tallin. Descansamos un ratito en el hotel y salimos para ir a la cena de despedida de Tallin, que hicimos en un restaurante ruso de la calle Pick y la verdad es que la disfrutamos mucho. Pero no penséis que era temprano, casi las diez de la noche y luz a tope1 Estaba todo buenísimo. Al día siguiente saldríamos para Riga.