Este fue un viaje que tenemos que recomendar encarecidamente. Alemania tiene un encanto especial cuando se acerca la Navidad, de hecho sus mercados con objetos navideños y productos alimenticios relacionados con el calendario de adviento (como dicen ellos) se remontan al siglo XV.
Un viaje para visitar estos mercadillos durante los días previos a Navidad, o como dicen ellos durante el “Calendario de Adviento” es uno de los más hermosos que se pueden realizar en esas fechas, permitiendo ver y disfrutar de sus tradiciones y de una atmósfera social cordial, educada, colorista y sobre todo afectuosa.
Otra de las cosas que nos animó a emprender tal viaje fue la magnífica oferta de transporte público, en especial los trenes que hay entre diferentes localidades, ya que teníamos claro el no alquilar coche, pues se suponía que con el clima que nos haría, no sería conveniente circular por carreteras nevadas. Al final no fue así y nos hizo un tiempo estupendo, pero también fue excepcional el realizar todo el recorrido planificado en tren y barco, sí, sí en barco, pudimos recorrer parte del medio Rhín en Diciembre y con un sol maravilloso. Aprovechamos el llamado “Puente de la Constitución” para con el suficiente tiempo de antelación adquirir un billete de ida a Dusseldorf y otro de vuelta desde Frankfurt. El precio no llegó a los 60 € por persona y trayecto. El recorrido del viaje por Alemania está marcado en el mapa que veis a continuación. Y lo hicimos integramente en tren, excepto una etápa en barco. Las ciudades visitadas fueron:
- Colonia
- Boppard
- Maguncia (Meinz)
- Heilderberg
- Frankfurt
Primer día.
Salimos sin retraso de Barajas y después de un vuelo tranquilo sin incidentes, llegamos en hora al moderno y futurista aeropuerto de Dusseldorf. No habíamos incluido esta ciudad como un destino para “turistear”. Decidimos que solo nos serviría como puerta de embarque para entrar en Alemania, entre otras cosas por el precio del billete. Donde íbamos a dormir era la ciudad de Colonia.
Como en todos los aeropuertos alemanes, este aeropuerto estaba conectado con la línea férrea y en menos de una hora nos dejaría en el centro de Colonia. Fuimos siguiendo las indicaciones para llegar a la estación y nuestra sorpresa fue que el andén era para un tren ultramoderno que circulaba sin conductor y por monorraíl aéreo que recorría las diferentes terminales para dejarte justo en la estación de trenes.
Mientras hacíamos el trayecto, el sol desaparecía por el oeste dando lugar a un incremento de oscuridad, haciéndose de noche sobre las 16:30 h. La estación de Colonia se encuentra frente a la Catedral en un espacio que aún no tenía acabada la actuación urbanística, intentando combinar la modernidad con el vestigio artístico. Cerca de allí reservamos en un pequeño hotel (City Class Hotel), un poco alto de precio pero que merecía la pena por su situación. Su coste 115 € la noche con desayuno incluido.
Casi sin darnos cuenta del peso de las maletas, de camino al hotel nos encontramos con un abrumador gentío, sobre todo de estudiantes que cantaban y tocaban música. Una esplendida iluminación en calles y comercios que hacían el trayecto ameno y divertido. Solo nos bastaron unos minutos para hacer el check in, dejar las maletas en la habitación y salir a la calle que desbordaba una alegría contagiosa.
En Colonia hay multitud de mercados de Navidad. En este mapa están todos los importantes.
Nosotros empezamos por el de la Catedral, quizás uno de los más bonitos de Alemania y por ende del mundo. Primero resaltar el buen gusto de los casetas que alojan a los puestos, todas realizadas en madera.
Los puestos son una verdadera delicia, la iluminación entre casetas, los escaparates y los productos originales artesanos. Si no fuera por los altos precios dan ganas de comprarlo todo.
Tomarte un vaso de Glühwein (vino caliente especiado) y un Bratwurst (salchicha alemana autentica) es casi una obligación para cenar. Además por 3 € se puede llevar de recuerdo la taza decorada donde sirven el vino.
En este mercado se exhibe detrás de la entrada principal a la Catedral el mayor de los árboles de Navidad que se pueden ver en la ciudad, iluminado y pletórico de cintas y adornos. Con tal ambiente, nos sentíamos como nosotros nos denominamos en los mejores viajes... Con las tres “ces” (cómodos, contentos y curiosos). Hay montado un escenario delante del árbol (Weihnachtsbaum), dónde se suceden actuaciones musicales cortas y animadas interpretadas por diferentes bandas de música. Ideal para tomarse una cerveza y contemplar todo lo que allí sucede.
Al día siguiente íbamos a conocer la majestuosa Catedral de Colonia, joya del gótico y la más grande de Alemania, pero al ver que estaba la puerta abierta... ¿Quien rehuye a visitarla de noche? Con todo el respeto y delicadeza entramos en su interior y enseguida observamos el famoso y valioso (realizado en oro y plata) relicario que contiene los restos de los Reyes Magos y que se encuentran allí desde el siglo XIII, convirtiéndose desde entonces en lugar de peregrinación.
Esta Catedral ha tenido una larga historia de construcción ya que desde el siglo XIII hasta el siglo XIX , ha pasado por ampliaciones, renovaciones, reconstrucciones y restauraciones. Por otra parte otro de sus encantos es la iluminación tanto del interior como de su fachada que se hace visible casi desde cualquier punto de Colonia.
Vaya día bonito que llevábamos, las ganas de andar y de seguir visitando los coloridos puestos de mercado de Navidad no se habían agotado así que seguimos la ruta de una de las avenidas principales Hohe Strase.
Alrededor de esta calle, se instala el llamado Mercado de los Ángeles donde un sin fin de puestos callejeros se intercalan con teatros de marionetas y escenarios varios. El buen tiempo hacía que los bares y restaurantes instalaran sus terrazas perfectamente acondicionadas contra el frío con calentadores de gas y mantas para los clientes. Fue un perfecto paseo que no acababa porque a medida que avanzábamos seguíamos viendo cosas que nos atraían y nos empujaba a verlas de cerca.
Sin darnos cuenta acabamos en el “Mercado del Puerto” junto al río Rhin, otra belleza, ya que a las típicas casetas de madera se añadían los barcos engalanados amarrados en el muelle del puerto y los cruceros iluminados que navegaban frente a nosotros. Las famosas cervecerías alemanas a reventar de vecinos y turistas era un espectáculo visual y sonoro que hacían olvidar cualquier problema que pudiera surgir de nuestros pensamientos y que sacaban la mejor sonrisa de nuestro rostro.
Era ya hora de volver y lo hicimos a través de otro de los iconos de la ciudad... El Puente de Hohenzollern, un puente de hierro construido a primeros de siglo XX , volado en la 2ª guerra mundial y reconstruido totalmente en 1959.
Es el puente que más trafico ferroviario tiene en toda Alemania, solo se puede cruzar en tren o andando como hicimos nosotros. Es allí donde las parejas declaran su amor y dejan su candado cerrado en las verjas de hierro que sirven de protección.
No estaba mal para rematar el día porque además desde el puente se divisan las mejores vistas del horizonte de Colonia presidido además por su imponente Catedral iluminada.
¡Que buen sabor de boca nos dejo esta ciudad! Para el día siguiente teníamos programadas más visitas, ya nos tocaba descansar. El edredón y las almohadas de plumas de la habitación del hotel consiguieron pasar de la realidad al sueño en pocos minutos.