Nuestro día empezó a las 4 de la mañana en el Hotel Amari Don Muang, en el recinto del aeropuerto de Bangkok. A las 4,30 estábamos en la recepción entregando la llave y a laS 4,35h en la cola de Air Asia para facturar las maletas a Bali, nuestro próximo destino. Había muchísima gente para facturar, recordamos que el año pasado en Kuala Lumpur había un puesto de facturación para los que tenían la carta de embarque hecha. Preguntamos y a la vuelta había 2 puestos de facturación sin gente. Facturamos rapidísimo, control de pasaportes y a las 5,10 estábamos en la puerta de embarque. Nuestro vuelo salía a las 6,15h.
Teníamos por delante cuatro horas de vuelo, el avión despegó en hora y a las 11,08h (En Bali es 1h más que en Bangkok) pudimos aterrizar. Nos dirigimos al control de pasaportes con nuestro papel de inmigración relleno y dispuestos a pagar el visado. Nos sorprendimos cuando nos dijeron que la normativa había cambiado y que los españoles no pagábamos visado. ¡¡¡¡ Qué contentos, 60-70 dólares para el bolsillo!!!! No sabíamos la que se nos organizaría el día 1 de julio, cuando salimos de Indonesia por Yogyakarta. Pero esto es historia para otro día.
Bali es una isla de Indonesia, conocida como la Isla de los dioses. Esta paradisíaca isla, es famosa por sus elaborados templos y la cordialidad de sus gentes. Es la única isla de Indonesia (país mayoritariamente musulmán) donde más del 80% de la población es hinduista, aunque como dicen ellos no tan radicales. Posee maravillosas playas bordeadas de palmeras. La isla además, está repleta de manantiales, densas junglas y pueblos con una maravillosa cultura
A las 12,30 teníamos nuestras maletas y estábamos con el conductor que habíamos contratado con Wayan de www.todobali.com, para hacer el traslado de Dempasar a Ubud, en la que pasaríamos cuatro noches. El trayecto se alargó una hora. Creemos que fue lo más conveniente, ya veréis porque: Existe una compañía de autobuses que va desde el centro de Denpasar hasta las afueras de Ubud por 8.000 rupias (menos de 1€) pero tendríamos que coger transporte desde el aeropuerto al centro de Denpasar y otro transporte hasta el centro de Ubud. Por otro lado, desconocíamos la calidad de los buses y llevábamos 4 maletas. Sin contar las horas perdidas que nos supondría el ahorro de usar transporte público. Así que unos 20 € hicieron que un chofer nos recogiera dentro del aeropuerto y nos dejara en la puerta del hotel en escasamente 1 hora para 45 Kilómetros de trayecto. Las carreteras no son de lo mejor en Bali.
El hotel elegido fue el YULIA VILLAGE INN UBUD, reservado en Booking con desayuno y cancelación gratuita por 200 euros por las cuatro noches. La ubicación inmejorable en la calle Jalan Monkey Forest, muy cerca un montón de restaurantes, del Palacio y del mercado. El hotel es una casa balinesa, la recepción y el comedor de desayunos comparten espacio, otro patio de trabajo (que nos dio muy mala impresión) y al atravesar esa puerta un jardín muy bonito con la piscina, un pequeño salón al aire libre y las casitas con las habitaciones. Bonita esta parte lo era, las habitaciones también muy cuidadas pero ya no tenía ningún otro servicio el hotel. Incluso algo descuidado, ya que almacenaban cajas y restos de embalaje a la vista de todos en la entrada a las habitaciones. El desayuno mediante carta y con opciones cerradas no nos gustó nada. Pensamos que el hotel está bien en general, pero caro para las opciones y los precios que tiene la ciudad.
Dejamos maletas y como eran las dos de la tarde salimos a buscar sitio para comer (Si el hotel hubiera tenido restaurante, levantados desde las cuatro de la mañana habría sido la opción elegida). Suerte que había un restaurante, Tree Monkeys Ubud, al ladito del hotel; un lugar bonito con las mesas alrededor de unos arrozales. No fue la mejor comida de Ubud pero no estuvo mal, el precio 361 mil Rp. Teníamos tanta hambre, ya las 3 de la tarde, que no hicimos ninguna foto hasta llegar a los postres.
Ubud es un bonito pueblo de montaña, situado en el centro de la isla. Es conocido por su abundancia de arte y naturaleza. Está ubicado entre arrozales plantados en terrazas y los montes del centro de Bali, Ubud tiene un número considerable de palacios y templos, museos y galerías de arte y cafés y restaurantes.
Decidimos dar un paseo hasta el Palacio Real y el mercado, en un trayecto que es de 15 minutos, a nosotros nos llevó más de una hora, todo lo que veíamos nos llamaba la atención. Arquitectura, tan distinta a lo que estábamos acostumbrados; ofrendas a los dioses en cada rincón: tiendas, bares, hoteles, etc. ;las telas nos parecieron preciosas y la vestimenta local favorecía a ambos sexos por igual; gente súper amable y sonriendo; en fin, que llevábamos 4 ó 5 horas en Bali y estábamos encantados, nos miramos y pensábamos lo mismo: esta isla promete.
Nos pareció un pueblo tranquilo, que combina a la perfección modernidad y tradición, ellos mismos te dicen que son hinduistas pero que en su isla no tienen castas y presumen de ello. El Palacio Real o Pura Dalem, se empezó a construir a principios del siglo XIX y aún hoy es uno de los puntos de referencia de la ciudad de Ubud. La familia real sigue viviendo en él y se visita una parte de mismos. Llama la atención la ornamentación en puertas, los pequeños templos, los jardines espectaculares. Suponemos que la construcción de este edificio y la presencia de la familia, marcaría estilo arquitectónico no sólo en Ubud sino en toda la isla.
Tras la visita del palacio decidimos volver al hotel, nos tocaba duchita, abrir maletas y descansar un poco antes de la cena. Para la cena no anduvimos mucho, nuevamente al lado del hotel vimos un warung, Rai Pastis, que anunciaba baby gulin, un plato típico balinés de cerdo asado con arroz y entramos. La oferta de restaurantes en Ubud es impresionante y todos con una decoración balinesa que invita a la entrada. Ni que decir tiene que también disponen de jardines o de espacios naturales dignos de admirar.
Las mesas estaban en un pequeño patio que daba a unos arrozales, la verdad que el lugar era precioso. El baby gulin no lo tenían, sólo para el almuerzo; nos decantamos por un pato asado (bebek en las cartas y también típico balinés) y costillar de cerdo. Todo buenísimo por 223 mil rupias (unos 17 €).
Paseo calle abajo nos encontramos un restaurante de tapas llamado Barcelona, nos acercamos a curiosear y estaba regentado por un argentino que había vivido 13 años en Barcelona. Un poco más abajo nos sentamos en un patio precioso, no recordamos el nombre, a tomarnos un cóctel con oferta de dos por uno, que suele ser frecuente en los locales de Ubud a partir de las 21h. Fue agradable el trago y sorprendente como las camareras dejan de atender para realizar sus ofrendas.
De vuelta al hotel que al día siguiente tocaba levantarse pronto. Todo el relato de nuestro viaje por Qatar, Tailandia, Indonesia y Singapur lo podéis encontrar en Viaje al Sudeste Asiático.