Aunque costó bastante, Pilar al final dio con los servicios de un guía de habla español que además nos proporcionaría un coche con conductor para los traslados. No había mucho escrito sobre qué ver y qué visitar en Phnom Penh, la capital de Camboya.
Por fin y tras unas negociaciones previas a través de e-mail se quedó en lo siguiente:
Guía en español
Meas (pisethlab@gmail.com) , coche y conductor desde las 08:00 de la mañana hasta las 20:00 h. Todo ello por un total de 80$ (Entradas a los Museos aparte) y con el siguiente recorrido:
-PALACIO REAL Y PAGODA DE PLATA
-MUSEO NACIONAL
-MUSEO S-21 o MUSEO DEL GENOCIDIO
-MERCADO RUSO
-COMER EN KREMER SURIN
-THE KILLING FIELDS
- PASEO EN BARCO POR EL RIO MEKONG
Y a las 8:00 h estaba como un clavo Meas esperándonos en la puerta del hotel acompañado de un chofer que conducía un esplendido Mercedes. Pues mira que bien, nos dijimos. Hicimos las presentaciones y nos enteramos que el conductor era el jefe de la compañía de alquiler y que fue con su coche particular. Respecto a Meas, nos dijo que era biólogo y que hacía este trabajo porque ganaba más que en el laboratorio y sus vacaciones y días libres los destinaba a realizar este trabajo. Nos dirigimos hacia el Palacio Real, mientras Meas nos explicaba algunas costumbres del pueblo camboyano en un español francamente bueno. Uno de los privilegios de ser turista en Camboya es que el coche, con permiso de los policías lo puedes aparcar prácticamente en la puerta que es donde nos dejaron para sacar las entradas (6,50$ cada uno. Los camboyanos no pagan). El Palacio Real de Phom Penh, Camboya, esta situado junto al río Mekong. Es un conjunto de edificios en donde se encuentra la residencia de los reyes de Camboya desde su construcción en 1866. Los edificios tienen los clásicos techos y ornamentos jemeres y abunda el color dorado porque le confiere mayor “realeza” si cabe. Se encuentra rodeado de una gran muralla y de extensos jardines.
De entre todos los edificios ceremoniales destaca la Pagoda de Plata. Se denomina así porque su suelo está cubierto por más de 5000 baldosas de plata de 1Kg cada una. Lo único negativo es que no se pueden sacar fotos dentro de la Pagoda. Otro edificio característico es el Santuario del rey Norodom Suramarit, una enorme estatua tallada.
Meas explicaba cada sitio y lugar recorrido, teniendo la paciencia de ir a nuestro ritmo y pararse las veces que lo hacíamos para sacar fotos y videos. Alejados del ruido y caos de Phnom Penh, el Palacio Real es la mejor opción para contemplar la cultura jemer, pasear y relajarse en sus cuidados jardines. Paradójicamente en la época de los jemeres rojos, este complejo no sufrió ningún desperfecto.
Una vez acabado el recorrido después de aproximadamente 1 hora y media, nuestro conductor nos recogería en la salida y Meas le indicó que fuéramos hacia el Museo Nacional de Camboya. Pagamos 5$ cada uno y accedimos a conocer la mejor colección de arte Jemer de Camboya. Desde el siglo IV hasta el XIII en cuatro galerias y un patio enorme. Meas sabía muy bien lo que sería de nuestro interés y resumió la visita. Nos encontramos con lo que es normal en un Museo: Prohibido hacer fotos.
ACTUALIZADO 2021, ya que la Unesco en 2020decide incluir en la Lista Indicativa del Patrimonio de la Humanidad los sitios del genocidio jemer: Antigua prisión M-13 / Museo del Genocidio Tuol Sleng (antigua S-21) / Centro Genocida Choeung Ek (antiguo Sitio de Ejecución de la S-21).
Meas nos explicó que el Imperio Jemer llegó a ser el mayor de Asia, por encima incluso de China. Todos los países actuales como Indonesia, Malasia, Tailandia, Vietnam, etc. pertenecieron al Imperio Jemer. Ya sabéis de otro lugar maravilloso para visitar en Camboya, ya que este museo es uno de los más visitados tanto por turistas como por locales por el legado histórico y cultural del país que acoge y además por la diversidad y belleza de las piezas que se exponen. Nos quedaba tiempo para ir al siguiente Museo y después ir a comer. Nos dirigimos al Museo del Genocidio o también denominado TUOL SLENG (S-21)
Nos gustaría sintetizar que es lo que pasó en Camboya durante los 4 años, sólo 4 años entre 1975 y 1979. Muchos lo conoceréis aunque sea de pasada o habréis visto películas como "The Killing Fields" (Gritos del Silencio en España). Si venís alguna vez a Camboya, no dejéis de informaros sobre su historia reciente. Seguimos, una vez se retiraron las tropas estadounidenses de Vietnam y Camboya, tomaron el poder los denominados "jemeres rojos" cuyo máximo líder era Pol Pot. Estos aplicaron literalmente el maoísmo y denominaron "Año cero" el año de la toma de poder, para aplicar medidas que cambiarían radicalmente el país. La primera acción fue denominar al país Kampuchea y la segunda evacuar todas las zonas urbanas hacia el campo, dejando las ciudades vacías. Pacientes de hospitales fueron obligados a caminar fuera de la ciudad, médicos y enfermeros asesinados, retiraron cualquier medicamento occidental, ancianos y niños abandonados o muertos en las carreteras, fusilamientos sumarios, multitud de personas obligadas a caminar centenares de kilómetros bajo el clima infernal del trópico y bajo la amenaza de los soldados Jemeres, hasta llegar a sitios lejanos de sus lugares natales en donde fueron obligados a trabajos forzados.
Se llevó a cabo la desaparición de la moneda, el comercio, el mercado, las escuelas, la literatura, toda forma de arte, cultura, y las religiones. Se separaron familias para que no hubiera vínculos afectivos. Quitaron a hijos de sus madres para educarles en la revolución maoísta. Todos los llamados intelectuales o con formación eran declarados enemigos del estado. El hecho de llevar gafas era suficiente para fusilar inmediatamente al sujeto. Fueron llamados con engaño todos los emigrantes de fuera del país para pedirles ayuda para reconstruir el país y cuando regresaron fueron exterminados.
Se instalaron prisiones de tortura en algunas de las antiguas escuelas, de las cuales la más célebre se encuentra en Phonm Penh, denominada Tuol Sleng, la "colina de los árboles envenenados", hoy conocida como "Museo del Genocidio". Os podéis imaginar lo que se ve allí, celdas, salas de tortura, grilletes y todo lo que la maldad humana pueda imaginar. No es grato de ver, pero si necesario de visitar y de compungirse ante el horror cometido por los hombres. En total el genocidio camboyano se llevó por delante más de 2 millones de personas.
Nos llamó la atención que las explicaciones de Meas no estaban imbuidas en odio y de forma muy natural nos narraba la desgracia y el dolor de las personas que fueron recluidas allí. Es difícil para nosotros, los occidentales, comprender que los asiáticos siempre miran hacia delante y dejan atrás las malas épocas, olvidando rencores.Tanto es así, que conocimos y nos hizo una gran ilusión llegar a ver a dos supervivientes de aquel centro de tortura, en el que sólo quedaron 6 supervivientes de 20.000. Aquí os lo mostramos.
Estos abuelos ya, que viven de vender los libritos que relatan su supervivencia nos llegaron a contar que siguen viendo en la calle y se cruzan con los que fueron sus carceleros. El hablar con ellos (a lo que nos ayudó Meas) fue lo que nos alegró el espíritu después de recorrer aquel Museo,
¡Ufff! Toda una experiencia haber visitado el Museo del Genocidio. Nuevamente estaba nuestro Mercedes esperando en la puerta con dos botellas de agua helada y el aire acondicionado puesto. Era ya hora de comer y nos dejamos aconsejar por Meas que desde luego no nos falló. Nos llevaron a una fabulosa terraza de un restaurante de comida asiática que tenía una pinta estupenda. No quisieron compartir mesa con nosotros para respetar nuestra intimidad y con un gesto reverente se despidieron de nosotros durante 2 horas.
Una vez repuestas nuestras energías y de haber saboreados ricos platos, salimos de allí para conocer el famoso Mercado Ruso, que como su nombre mal indica, sólo había productos camboyanos. Su nombre se debe a que eran numerosos los rusos que vivían en Phnom Penh en la época posterior a los Jemeres rojos y donde se vendían productos excedentes de la Rusia soviética.
Compramos un par de cuadritos pintados a mano por un par de dólares, hicimos unas fotos y salimos de allí para ir a conocer los Killing Fields.
Otro lugar que representa algo atroz. La entrada cuesta 2$ , y 6$ por la audioguía que no cogimos ya que llevábamos a nuestro guía Meas. Se encuentra a 15 Km del centro de la ciudad. Nada más entrar encuentras una estupa que fue construida para dar cabida y reposo a unos 5.000 cráneos y restos óseos de víctimas, ordenados por edades, desde bebés a ancianos.
Después Meas, nos indicó fosas comunes, cada una con un nombre en referencia a las victimas que allí se asesinaron, casi todas a palos o ahorcados para no gastar balas.
En los árboles donde se ejecutaron niños, la gente deja cordones de colores en su recuerdo. Estremecedor, esta visita quedará en nuestro recuerdo para el resto de nuestras vidas. Sabíamos algo de historia camboyana antes de venir a Phnom Penh y aprendimos más en este lugar de silencio y respeto.
Acabamos nuestro recorrido con un audiovisual que narra los enjuiciamientos contra los lideres de los jemeres rojos y una exposición de fotografías de los descubrimientos de los campos de la muerte.¡ Impresionante!
En este lugar, no solo encontramos muchos turistas, ademas iban camboyanos a rezar imaginamos por sus seres queridos. De entre los turistas, una pareja filipina insistió en hacerse fotos con nosotros, no sabemos bien la razón, pero cuando le decíamos que éramos "spanish" sonreían de oreja a oreja.
Al salir, sobre las 17:00 h se iba a producir el susto del día. El cielo se puso negro, negrísimo y empezó una tormenta salvaje. Acercándonos a la ciudad todo estaba inundándose. El agua superaba las puertas del coche. ¡Susto, susto, susto!. Aún así, el conductor y Meas querían cumplir con lo pactado y querían llevarnos a orillas del rio Mekong. Por supuesto declinamos en ir y queríamos ir cuanto antes al hotel.
Al llegar no pudimos bajarnos en la puerta, ya que estaba la calle inundada y había caído incluso un árbol. Un poco más adelante, en una gasolinera bajamos y con el agua por encima de la rodilla pudimos llegar al hotel. Les dimos las gracias a Meas y al conductor ya que al flamante Mercedes le entro agua dentro de la cabina llegando a nuestro tobillo y pagamos lo convenido. Aquí terminamos las visitas. Nos enteramos más tarde por un e-mail de Meas (le pedimos que nos informara si llegaba bien) que tuvieron que llevar el coche al taller y que pudo llegar a su casa en su moto. ¡Vaya tela!
Y del susto a la sorpresa agradable. Habíamos reservado cena para celebrar el cumpleaños de Paco en el restaurante español "Quitapenas" ¡Vaya nombre bonito y genuino! pero en vista de que no paraba de llover decidimos anular la reserva mediante email. Nos respondió casi de inmediato el dueño afirmando que las lluvias pasarían, que era algo normal allí y que mandaría a alguien a buscarnos al hotel. ¡Que majete! Y así sucedió, paró de llover y se presentó en el hotel alguien conocido por nosotros... Eres tú, le espetó Pilar. Pues si era él, Salvador al que habíamos visto en Españoles por el mundo en Camboya.
Que persona más amable, dirige la agencia Camboya increible (en el enlace podéis ver su página por si os fuera de utilidad) y es la persona más sencilla y humana que puedas encontrar. Con el fuimos en tuk tuck hasta Quitapenas. Nos recibió Joaquín Campos su dueño, persona singular donde las haya. Escritor, articulista, viajero y cocinero. Nos habíamos informado sobre él, su libro "Faltan moscas para tanta mierda" es una crítica valiente y feroz contra el régimen chino. Sabíamos que nos iba a sorprender.
Tanto Joaquín y Salvador reúnen dos condiciones muy difíciles de conjuntar en la gran mayoría de personas. Están orgullosos de su trabajo, pero a la vez son humildes haciéndolo. El gerente de nuestro hotel que trabaja también con Salvador nos dijo que no conocía a nadie que se preocupara tanto por sus clientes y que todo lo que contrataba lo revisaba a conciencia para que no hubiera ningún fallo.
En el caso de Joaquín, pone un mimo exquisito en cada plato que prepara y en cada cosa que hace. La página web del restaurante es sencilla y a la vez impactante. La decoración del local luminosa y colorida, su carta, sus menús, sus logos, sus artículos y sus libros tienen un trabajo anterior en los que se nota el esfuerzo y el tesón por hacerlo bien. La cena nos supo exquisita, estábamos pasándolo tan bien con ellos que todo lo que nos traía, parecía un manjar.
Estábamos deseosos de escribir este post para remítirselo y supieran que aún hoy después de un año nos acordamos de ellos. Igual que existen los flechazos de amor, existen los de amistad y estamos seguros que de vivir en Camboya nos hubiéramos hecho muy amigos.
Fueron un encanto en todos los aspectos y hasta Joaquín se acordó del cumpleaños de Paco y le trajo su primer pastel con vela para soplar. Un gustazo haberlos conocido. Y a los que nos lean y tengan intención de ir a Phnom Penh, cometeréis un gran error si nos vais a visitar este restaurante. Contentos por haber conocido a este par de hombres íntegros y haber vivido una velada inolvidable, nos retiramos a descansar con una gran sensación de felicidad.