Nos dirigimos a Sidón, después de haber visitado el Santuario de Harissa, los aproximadamente 60 kilómetros que nos separaban fueron interminables debido al tráfico y a los controles militares de la carretera, lo que nos obligó a comer en un restaurante junto a la playa a escasa distancia de la ciudad. El mar Mediterráneo estaba de un color espectacular y las playas preciosas, aunque completamente vacías.
El restaurante fue muy agradable y pudimos descansar los avatares del viaje. No nos quedó más remedio que pedir carne, pues aunque estaba frente al mar tan solo tenían carnes, verduras y ensaladas. Tuvimos que llamar al conductor porque la carta estaba solo en árabe y ningún camarero hablaba una palabra de inglés o francés. Los precios, como en todo el Líbano, más bien altos. La terraza del restaurante era espectacular y nos decidimos a comer fuera bajo un toldo porque la temperatura no era exagerada.
Acabada la comida, nuestro conductor nos recogió y pusimos camino hacia Sidón.
Sidón o Saida, en árabe, es la tercera mayor ciudad del Líbano. Se encuentra en la costa del mar Mediterráneo, a unos 40 kilómetros al norte de Tiro y 50 al sur de la capital, Beirut. En la actualidad, la ciudad es una gran exportadora de cítricos, aunque su principal fuente de ingresos es la terminal mediterránea del oleoducto que viene desde los campos petrolíferos de Arabia Saudita, contando además con una refinería. Pero esta ciudad a través de los siglos tiene una larga y fructífera historia que resumimos a continuación.
UN POCO DE HISTORIA
Sidón estuvo habitada desde mediados del IV milenio a.C., ya que se han encontrado restos arqueológicos de cabañas circulares protegidas por un recinto amurallado. Durante toda la Edad del Bronce mantuvo relaciones comerciales con el Mediterráneo oriental ya que poseía una flota numerosa con la que desarrolló un intenso comercio en la época en la que los egipcios dominaban el Asia Anterior. Los fenicios consiguieron poner a esta ciudad en el mapa y a la altura de otras ciudades Tiro, Biblos y Beritos, la actual Beirut. Se convirtió durante muchos siglos en una de las ciudades más prósperas e importantes de Fenicia, con un notable centro urbano y comercial entre los siglos XVIII-XIII a.C., convirtiéndola al final en su Ciudad Santa y en el mayor centro hegemónico fenicio durante cinco siglos, aunque durante ese tiempo, también fue destruida y saqueada por filisteos y asirios.
La estrecha amistad que ligó a la ciudad con Alejandro Magno (333 a.C.) y sus sucesores le garantizó el autogobierno durante casi toda la época helenística, hasta que en el año 64 a.C. fue anexionada por el imperio romano a la provincia de Siria. Fue conquistada por los musulmanes en el 636 y vivió directamente el periodo de las Cruzadas, con el sitio y ocupación por parte de éstos en 1111.
Era famosa por sus artículos de vidrio y por su tinte púrpura para telas. Bajo dominio persa sería la sede del gobernador y entre los siglos XVI-XIX tuvo un nuevo esplendor gracias a los turcos otomanos. Inició su decadencia con la expulsión de los comerciantes franceses de la ciudad en 1791 y por el terremoto sufrido en 1837 que prácticamente destruyó la ciudad. En 1900 era una población de solo 10.000 habitantes hasta que en el año 2000 rondaba los 200.000, con predominio de los musulmanes sunníes.
Empezamos nuestra visita desde el que quizás sea uno de los puertos fenicios más antiguo que se conocen. Desde allí se obtienen las mejores vistas de la ciudad, una ciudad de formas angostas y abovedadas, entre las que se ven zocos, baños, escuelas coránicas, mezquitas y viviendas, lo que le ha supuesto que su ciudadela figure en la Lista indicativa del Patrimonio de la Humanidad desde 1996.
NUESTRA VISITA
Llegamos al Castillo de los Cruzados, también llamado Castillo del Mar, fortaleza construida por los cruzados en el siglo XIII, que se localiza en un pequeño saliente a las puertas del mar que domina la entrada al puerto y que está conectado al continente mediante una carretera. Pagamos el acceso de 2500 libras y comenzamos la visita.
El Castillo de Sidón fue construido por los cruzados hacia 1228. Usaron viejos pilares de mármol de ruinas romanas en la construcción del mismo. Su finalidad era proteger el pequeño puerto, existente desde cientos (¿O miles?) de años. El puerto todavía se utiliza a diario por numerosos pequeños barcos de pesca locales y sigue siendo un refugio seguro en tiempos de marejadas y tormentas. Actualmente, el castillo sólo conserva dos torres, conectadas por una pared.
La torre oeste está bien conservada, mientras que la del este requiere imaginación. Allí, los otomanos erigieron una pequeña mezquita abovedada, mientras que los árabes añadieron el puente y la estrecha calzada de acceso al castillo. El castillo fue destruido en gran parte por los mamelucos en 1291 para evitar el restablecimiento de los cruzados y fue restaurado por los otomanos a principios del siglo XVII. Su estado de ruina actual se debe en gran parte a los bombardeos de Saida en 1840.
La ciudad ha sido excavada pero sólo parcialmente, debido a la sucesión de construcciones superpuestas en el mismo lugar. Se conocen sobre todo sus necrópolis, que han proporcionado una interesante serie de sarcófagos antropomorfos que se encuentran en el Museo Nacional de Beirut, y que podéis consultar en el post: Beirut (Líbano). La ciudad de los contrastes.
Por falta de tiempo no pudimos dar una vuelta al puerto de Sidón en barco y desde luego, si tenéis oportunidad, no dejéis de hacerlo.
Abandonamos el puerto y nos dirigimos hacia la ciudadela. Lo primero que nos llamó la atención fue el alojamiento del siglo XVII que presenta las características típicas otomanas, es decir, patio interior rectangular con techos abovedados, fuente y rodeado por galerías cubiertas. Fue concebido para alojar las caravanas de comerciantes extranjeros que transitaban por la ciudad y en la actualidad sigue funcionando como hotel.
Después nos adentramos en los viejos zocos de Sidón que han existido por cientos de años y a diferencia del de Biblos, este es totalmente árabe. Los viejos callejones estrechos y edificios de piedra han estado más tiempo de lo que la mayoría de la gente conoce.
Los zocos en sí son muy interesantes, en su mayoría bajo casas construidas en piedra. Hay una gran variedad de tiendas en pequeños enclaves de calles estrechas. Muchas de las tiendas parecían casi como cuevas en los callejones. Uno puede comprar casi cualquier cosa en los zocos, desde productos frescos hasta recuerdos, bocadillos locales, ropa o zapatos. Es un lugar apasionante para visitar y "perderse" entre los callejones.
Seguinos subiendo la calle principal del zoco en dirección al minarete de la mezquita y llegamos al edificio del Ayuntamiento de Sidón que está ubicado en un restaurado edificio medieval.
Y casi a su lado, la Gran Mezquita de Sidón de finales del siglo XIII del período mameluco, la más antigua de la ciudad. Construida sobre los restos de una iglesia-fortaleza cruzada, dedicada a San Juan Bautista. Se observa en la pared sur que todavía está reforzada por cinco robustos contrafuertes. Fue severamente dañada por los bombardeos durante la invasión israelí de Líbano en 1982. Sus fieles, en lugar de construir una nueva mezquita, eligieron restaurar la anterior mediante donativos.
El tiempo contratado con nuestro conductor iba llegando a su fin, así que íbamos a finalizar nuestra visita a Sidón, pero antes de partir hacia Beirut, nos quiso enseñar un nuevo monumento enclavado en la salida norte de la ciudad.
Se trataba de la Mezquita Hajj Bahaeddin Hariri, que tiene la cúpula más grande en el Medio Oriente con 44 metros de altura y 900 metros cuadrados. La mezquita fue construida en 2004 de acuerdo con la antigua arquitectura otomana con ornamentación dorada, caligrafía, pátina e imitación de piedra.
La familia Hariri es una importante e influyente familia del Libano, cuyo principal miembro fue el presidente asesinado Rafiq Hariri. Esta familia lanzó una declaración que ofrece a Sidón y a todos los ciudadanos "un centro islámico y un refugio de fe y colaboró ecoómicamente a su construcción. La obra fue ejecutada en tan solo 4 años.
Y aquí finalizó la visita a Sidón, una ciudad que teniendo los mismos orígenes que Biblos es completamente distinta, además de que parece haber caído en el olvido su glorioso pasado. Volveríamos a Beirut sobre las 18:30 y disfrutaríamos de la piscina del hotel y de nuestros paseos nocturnos por la calle Hamra.
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