Nos trasladamos a Palos de la Frontera para conocer los últimos pasos de Colón antes de partir por primera vez en busca de la nueva ruta de las Indias, descubriendo sin embargo un nuevo continente y cambiando completamente la forma de vida de la vieja Europa. Aunque no se sea un gran aficionado a la historia, si te encuentras en la provincia de Huelva, merece la pena acercarse a la zona que está al pie de las desembocaduras de los ríos Tinto y Odiel para conocer los lugares relacionados con Colón y el Descubrimiento. Y eso hicimos nosotros, eso sí, como apasionados de la historia y de los monumentos representativos.
El término Lugares Colombinos fue acuñado por estudiosos e historiadores del Descubrimiento de América para denominar a los lugares en los cuales Cristóbal Colón realizó los preparativos para el primer viaje colombino o que han influido de manera notable a un proceso de sincretismo material, religioso, étnico y cultural generando una comunidad hispanoamericana global que tiene sus raíces en Colón.
Además desde el año 2016 el conjunto de emblemáticos Lugares Colombinos ha sido incluido en la Lista Indicativa UNESCO para ser propuesto Patrimonio Mundial de la Humanidad. Los Lugares Colombinos que figuran en la Lista, son 14 y se distribuyen en 4 municipios. Entre otros criterios para que los lugares colombinos figuren en la Lista Indicativa de la Unesco se cita el siguiente: "Después del Descubrimiento, el Monasterio de Santa María de la Rábida y los Lugares Conmemorativos de Colón dan testimonio del origen y el comienzo de un proceso de intercambio de valores humanos entre Europa y América en los siglos XVI-XIX. Un proceso significativo en urbanismo, arquitectura y artes monumentales que se presenta desde la Edad Media hasta ahora."
No pudimos visitarlos todos y en la relación que presentamos a continuación marcamos en verde (con enlace) los que están en Moguer y Huelva porque hemos elaborado artículos en exclusiva para esas ciudades, en verde los que relatamos en el presente post y en rojo los que no hemos podido visitar. Son los siguientes:
Relación de Lugares Colombinos
Ayuntamiento Palos de la Frontera
- Monasterio de Santa María de la Rábida - Monumento a los Descubridores o Columna IV Centenario - Iglesia de San Jorge - La Fontanilla - Casa de Martín Alonso Pinzón
- Puerto histórico de Palos
Ayuntamiento Moguer
- Convento de San Francisco - Casa Museo de Zenobia y Juan Ramón Jiménez - Puerto histórico de Moguer
Ayuntamiento Huelva
Ayuntamiento San Juan del Puerto
- Puerto histórico de San Juan
Por otro lado, los lugares repartidos entre los municipios de Moguer y Palos de la Frontera están declarados como Conjunto Histórico Artístico. Pasemos sin más a relatar los tres lugares que visitamos en Palos de la Frontera.
Monasterio de Santa María de la Rábida
El Monasterio de la Rábida (que en realidad era un convento) es el monumento más visitado de la ciudad de Palos de la Frontera, y más que por tener una arquitectura bien conservada, destaca por la historia que cuentan sus muros.. Aquí se respira sencillez y quietud,
Es relativamente fácil llegar hasta él, por la carretera A-5025 o por la Avenida Plus Ultra ambas desde Palos, solo hay que seguir las indicaciones de "conjunto monumental La Rábida" y llegar a los jardines del monasterio donde se puede aparcar, no sin antes dar una propinilla a los "gorrillas" que te indican dónde hay plazas vacías. Los jardines están presididos por una gran estatua de Colón y el camino que lleva hacia el Monasterio de la Rábida ornamentado con rosas.
Y así, nos encontramos de frente con este pequeño convento franciscano construido durante los siglos XIV y XV y visitado varias veces por Colón antes de su gran viaje del Descubrimiento. Porque fue aquí donde Colón conoció al abad Juan Pérez, quien fue fundamental para ayudarlo a obtener el respaldo de la Corona española para sus ambiciosos planes de cruzar el Atlántico, al igual que contamos en el post Moguer y Juan Ramón Jiménez. la ayuda que consiguió de la abadesa Inés Enríquez del Convento de Santa Clara de Moguer y tía de Fernando el Católico. Colón desde luego supo dónde conseguir las influencias necesarias para que los Reyes apoyaran su empresa.
Nos dirigimos a las taquillas donde hay un panel conmemorativo de azulejos. Adquirimos las entradas (que se entregan con audioguía en varios idiomas) y nos dispusimos a realizar la visita al monasterio. Para consultar precios y horarios, visitad la página web: MONASTERIO DE LA RÁBIDA. Los precios son relativamente baratos, entre 2€ y 3,50€.
El enclave de monasterio es único, porque se sitúa en el encuentro de los ríos Tinto y Odiel y se levantó sobre una pequeña construcción almohade, una torre de vigilancia o rápita, de ahí el nombre de Rábida. Imaginamos que la trascendencia que tuvo este monasterio en el descubrimiento de América es motivo suficiente para estar en la Lista Indicativa de la UNESCO en primer lugar de los Lugares Colombinos, pero nosotros, después de haber visitado el Convento de las Clarisas en Moguer que nos dejó asombrados, no sabemos a qué esperan para declarar a los Lugares Colombinos Patrimonio de la Humanidad.
Además el Monasterio de la Rábida es el Primer Monumento Histórico de los Pueblos Hispánicos y el tercero que mereció en nuestro país el título de Monumento Nacional (1856). El terremoto de Lisboa de 1755 le dejó muy dañado, perdiéndose muchas estructuras y elementos originales pero no se frenaron las ganas de reconstruir y reformar el sitio hasta convertirlo en lo que es hoy, una amalgama de estilos que guarda en su interior una de las mejores joyas del arte mudéjar popular de la península ibérica. Los puntos destacados del monasterio son tres: el claustro de la hospedería o de las flores, la iglesia y el claustro de la comunidad. Los visitaríamos por ese orden.
Pasamos en primer lugar al claustro de la hospedería que servía en su tiempo para acoger a marineros en apuros o gente de la zona acechada por piratas. Aquí estuvo alojado Colón con su hijo. En la actualidad es un bonito recinto adornado con macetas de flores en suelos y paredes. Las estancias y pasillos que comunican con la Iglesia están decoradas con finos frescos que detallan las aventuras de Colón realizadas a principios del siglo XX por el pintor cubista Daniel Vázquez Díaz, artista nacido en la provincia de Huelva.
La Iglesia de estilo gótico mudéjar cuyos muros y capillas son estructuras originales, no así el artesonado del techo que aunque fiel al original se realizó en el siglo XIX.
Lo más destacable de la Iglesia es la capilla (original) con una escultura de la Virgen realizada en alabastro procedente de la escuela andaluza del siglo XIII ante la cual Colón rezó. Tiene una leyenda: parece ser que la imagen fue traída por un marinero de Palos de la Frontera y durante la invasión árabe fue escondida en el fondo de la ría de Huelva; pasaron los años hasta que unos pescadores la rescataron con sus redes y la llevaron de nuevo al monasterio. Puede que sea una leyenda, pero... ¿Porqué se encontraron restos de sal y limo marino en la imagen tras una restauración?
El altar lo preside un Cristo de estilo gótico, poco habitual en otras iglesias de la zona, pero no es original del siglo XV como pudiera parecer, es una copia que sustituyó al original destruido en la Guerra Civil española.
Dentro de la nave de la Iglesia impresionan también los diez cuadros de Juan de Dios Fernández, del siglo XVIII, con representaciones de la vida de san Francisco.
Las puertas que comunican la Iglesia con el claustro de la comunidad son de clara influencia almohade en forma de herradura.
El claustro mudéjar tiene dos plantas aunque solo la planta baja sobrevivió al terremoto de 1755 y tiene la estructura original. En este claustro rezaban y meditaban los doce frailes franciscanos (como los doce apóstoles) que habitaban el antiguo convento. Con el tiempo y las reformas ha tomado el aspecto de patio andaluz con muros blancos y macetas con flores por todas partes.
La planta baja consta de una galería de arcos de ladrillo, los originales del siglo XV. En la planta de arriba se añadieron más arcos en el siglo XVII, e incluso un cuerpo de almenas para defenderse de posibles invasiones. Este claustro fue uno de los frecuentes lugares de paso de Cristóbal Colón días antes de embarcar rumbo al Nuevo Mundo, donde conversaría en innumerables ocasiones con el abad Juan Pérez que además ejercería como su confesor.
La relación entre Juan Pérez y Colón fructificaría en el futuro, ya que el almirante logró llegar a América con el influyente apoyo del Abad y los padres franciscanos consiguieron en exclusiva la evangelización del nuevo continente. Hay una serie de dependencias en la planta baja que dan al claustro, y que tienen mucho que ver con el navegante. Una de ellas es la Sala de Conferencias, donde fray Juan Pérez confesaba a Cristóbal Colón y éste le daba a conocer sus proyectos y secretos allende los mares. También allí le pusieron en contacto con Martín Alonso Pinzón, rico armador que le dio la ayuda económica que necesitaba y reclutó los hombres necesarios para su empresa. Por desgracia, el armador murió unos días después del regreso del primer viaje colombino y está enterrado en este monasterio.
Otra de las salas que puede verse junto al claustro es el refectorio del monasterio donde se guardan las piezas más antiguas del recinto, como un Cristo crucificado del siglo XIII y una serie de cuadros y lienzos de la época. Antes de subir a la segunda planta donde continuaba la visita, nos quedamos unos minutos deleitándonos con la paz y tranquilidad que se respiraba entre esos muros llenos de historia con olor a geranios y claveles.
Desde arriba hay una bonita perspectiva del claustro. En la segunda planta encontraremos una Sala Capitular, desde donde podían los monjes, a través de sus ventanas, proteger a la población, puesto que se veían los barcos que se acercaban y, en caso de peligro, se alertaba haciendo sonar las campanas de la iglesia.
Esta sala fue el escenario probable de las llamadas "Conversaciones de la Rábida" entre el abad Juan Pérez, el también fraile del convento Fray Antonio de Marchena conocido como el "estrellero" por su afición a la astronomía y Cristóbal Colón. Los dos religiosos próximos a la Corona, consiguieron de ésta el apoyo necesario y Colón tuvo para ellos las siguientes palabras: "Que a dos pobres frailes debían los Reyes Católicos el descubrimiento de las Indias"
También en la planta de arriba se encuentra la Galería de las Carabelas con maquetas a escala de las carabelas colombinas, la Pinta, la Niña y la Santa María. Los pasillos del claustro superior están decorados con mapas de los distintos viajes que hizo Colón a América y el primer mapa del mundo americano realizado por Juan de la Cosa.
Seguimos con nuestra visita y pasamos a la Sala de los Documentos con cartas, concesiones y proclamas de títulos, como la copia de las "Capitulaciones de Colón" o el "Libro de Privilegios" también hay restos arqueológicos encontrados en el entorno, entre ellos una espada perteneciente a Gonzalo de Sandoval, capitán de Hernán Cortés, muerto en el Monasterio y enterrado en la iglesia.
Para finalizar, terminamos en una sala de banderas de todos los países americanos y a su lado, una pequeña caja llena de tierra de cada uno de ellos ¡Bonita curiosidad!
Y ahora una recomendación. No dejéis de tomaros un café o lo que os apetezca en la terraza del restaurante que está a la izquierda del monasterio según se sale. Aunque pueda parecer lo contrario no es caro y su terraza es sencillamente magnífica. Allí podréis contemplar el monasterio desde otro ángulo, repasar vuestras guías y apuntes o sencillamente disfrutar del lugar ¡Muy recomendable!
Monumento a los Descubridores o Columna IV Centenario
Después de un espléndido café, caminamos por los jardines de alrededor y a poca distancia del monasterio de Santa María de la Rábida y en el centro de una gran plaza de unos noventa metros de radio, está el monumento homenaje al los participantes en el Descubrimiento. Otro de los Lugares Colombinos y declarado Bien de Interés Cultural (B.I.C.).
Fue construido en 1892 para la celebración del cuarto centenario del descubrimiento del Nuevo Mundo, encargado al arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, autor del Palacio de Cristal del Retiro de Madrid. Consta de una columna toscana erigida sobre un pedestal situado en un montículo artificial, al que se accede por cuatro grandes escalinatas de traza rectilínea, que en planta forman una cruz griega, completando el círculo en el que se inscriben cuatro sectores ajardinados. La columna se remata con una sencilla cruz plana de hierro de brazos trapeciales.
La columna alcanza una altura de 46 metros sobre un promontorio de cinco metros y en ella se representan el sentido de la gesta del Descubrimiento, la corona de los Reyes Católicos, el orbe, la esfera terrestre, y la cruz (símbolo de cristiandad), idéntica a la que exhibían las tres carabelas en su viaje a América. Por dentro, tiene una escalera de caracol que permite acceder a la coronación del monumento, pero que de momento está cerrada al público.
Puerto histórico de Palos o Muelle de las Carabelas
Después de visitar el Monasterio de La Rábida, donde comenzaron todas las aventuras de Cristóbal Colón, continuamos hasta el cercano Muelle de las Carabelas en el pequeño puerto de Palos de la Frontera, donde se encuentran las réplicas de las tres naos que partieron en el primer viaje de Colón el 3 de Agosto de 1492.
Los barcos, réplicas a tamaño real están abiertos para que los visitantes los exploren y cada uno alberga modelos y objetos cotidianos de los miembros de la tripulación de Colón. El recinto está concebido como un parque temático para visitar en familia. Imaginarlo lleno de críos jugando a marineros en los barcos de época.
Es ideal para que los niños disfruten y aprendan la historia del Descubrimiento, pero no tiene más que el valor histórico del nombre del Puerto del que salió Colón con sus naves. Muy interesante, eso sí, para hacerse una idea de lo que fue el viaje.
Lo que más nos sorprendió fue lo pequeños y claustrofóbicos que eran los tres barcos, de hecho ni bajamos a los camarotes, imaginando lo que debió ser la travesía en alta mar sobre grandes olas y bajo terribles tormentas. Cristóbal Colón demostró ser un excelente navegante, aunque un pésimo colonizador y desde luego un hombre excepcionalmente valiente.
En tierra firme, se recrea un puerto medieval que es divertido para que los niños observen, conozcan y jueguen. Puestos de mercado llenos de curiosidades bordean una calle adoquinada. Los barriles de madera se apilan en lo alto del muelle y hay una taberna instalada para servir a los "marineros", pero también al público visitante.
En el extremo opuesto del muelle, en una estrecha y larga franja de arena se ubica la "Isla del Encuentro", una reconstrucción de la isla de Guanahaní en la que Cristóbal Colón pisó tierra por primera vez, incluyendo figuras desnudas de los indios Arawak, (primeros nativos con quien se encontraron los exploradores españoles), que recrean sus actividades diarias como la pesca y la cocina. Figuras que podían haber sido encargadas al Museo de Cera de Madrid por lo poco realistas y feas que son. También se exhiben varios objetos, como iguanas, loros, deidades talladas y telares.
Por último, hay un gran pabellón que alberga un buen museo, con muchas exhibiciones relacionadas con el descubrimiento de América de Colón, que incluye réplicas de mapas, instrumentos de navegación, tratados, trajes de la época, objetos de cerámica y de carpintería y maquetas de barcos.
En la planta superior hay una sala de proyección, que presenta una interesante película de 30 minutos sobre la historia de Cristóbal Colón (la película se muestra alternativamente en inglés y castellano). Toda la información necesaria se puede obtener en la página web oficial: MUELLE DE LAS CARABELAS
Llegó la hora de abandonar Palos de la Frontera y volver a nuestro hotel de Mazagón para ir a comer. Habíamos pasado una buena mañana recorriendo los Lugares Colombinos y aunque nuestros sentimientos son más pragmáticos, acabamos este artículo con una cita de Washington Irving de cuando visitó la ciudad:
“No puedo expresar cuales han sido mis sensaciones al caminar por la misma orilla que una vez estuviera animada por el bullicio de la partida y en cuyas arenas quedaron grabados las ultimas pisadas de Colón. La sublime y solemne naturaleza del acontecimiento que después tuvo lugar , así como las aventuras y desventuras de aquellos que participaron en el mismo, llenaban mi mente de melancólicos sentimientos.”
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