Continuamos la excursión por la isla de Sal en todo terreno, después de haber visto las Salinas de Pedra de Lume, nuestra siguiente parada sería un pueblo muy especial que posee el puerto más importante de toda la isla, donde se reciben a los turistas que vienen en barco y donde se reciben las mercancías del continente.
PALMEIRAS
Tiene el tamaño de un pueblo pesquero, por lo que los sitios más bonitos se descubren en poco tiempo, pero la belleza y el interés de este pueblo radica en su medio. Se pueden pasar largos períodos de tiempo contemplando el ir y venir de barcas pesqueras, los gritos de la mujeres animando a comprar pescado recién traído o simplemente observando la diversidad de colores que ornamentan las humildes casas de pescadores, creando un ambiente casi caribeño.
Es quizás la ciudad más africana y auténtica de la isla. Aquí desembarcan los ferrys que unen las islas y los que vienen de las Islas Canarias, es decir, es el puerto de entrada a la isla de Sal. La forma más económica de llegar hasta aquí es en "aluguer" desde Espargos, la capital de la isla por 0,50€. Para llegar a Espargos desde Santa María el precio es de 1€. En taxi desde Santa María es de 20€.
El puerto comercial se ha ido extendiendo a su alrededor, como una maleza invasora, con construcciones de muros, rompeolas e instalaciones portuarias y la bahía se ha vuelto cada vez más abarrotada, con yates extranjeros que llegan para entremezclarse con los cascos abandonados y los pequeños botes de pescadores que muy temprano en la mañana, antes de que salga el sol, se dirigen hacia el mar y pescan. A las diez u once traen a casa sus capturas, las destripan en el muelle y las venden.
El turismo de la islas ha traído consigo también la venta de souvenirs y alguna de las casas rebosan su fachada de artículos artesanales caboverdianos y senegaleses, ya que aquí desembarcan los emigrantes de este país formando la mayor comunidad de la isla.
Invitan a pasar, a tomar un trago de grogue, el aguardiente de Cabo Verde, lo que sea, con tal de vender algún producto. Sin embargo, no son tan atosigantes como pasa en otros lugares de África y se puede dar un paseo por el pueblo y a la vez curiosear los productos que exponen.
No entendemos cómo se pueden vender peces disecados. ¿Quien los pone para decorar su casa? En fin, que se pueden adquirir hasta mandíbulas de tiburón, aunque para tiburón el que está detrás de los afilados dientes ¿No?
Después de una relajada visita, nos volvimos a montar en la camioneta para seguir nuestro recorrido. Un poco más al norte nos encontramos un pueblo con un litoral particular, se trata de...
REGONA
Aquí, debido a lo escarpado del litoral, las olas baten bravamente y los guías llevan al turista para pillarle desprevenido y que se moje de arriba a abajo con las olas que chocan contra las rocas. Señalaremos que Regona tiene la declaración de Paisaje Protegido.
Las mareas son impresionantes, en pocos instantes las rías se llenan de agua o se vacían en función del oleaje al que ayuda el viento de aquella zona.
Tras unos minutos contemplando la fuerza del mar, nos dirigimos a conocer otro paisaje fantástico a pocos kilómetros de allí, donde veríamos el llamado "Ojo Azúl".
BURACONA
Buracona es otra pequeña bahía de piedra volcánica situada en el noroeste de la isla de Sal, con un impresionante paisaje de rocas negras que cuenta con piscinas naturales y grutas al borde del mar, además del espectacular "Ojo Azul". Eso sí, para poder ver todo esto, primero hay que pasar por caja y abonar los 3€ que cuesta la entrada.
El camino de madera para llegar al litoral es cómodo, seguro y con excepcionales miradores, aunque hay que tomar precauciones en días de mucho viento y oleaje.
Si el tiempo acompaña, también es posible darse un baño en las piscinas naturales cercanas protegidas por rocas.
En esta costa se encuentran rocas volcánicas negras con un gran agujero con agua de mar. Un tubo volcánico desprendió parte del techo superior formando un agujero en la roca, conectando con el mar que se encuentra a unos 80 metros de distancia. A medida que el sol brilla en la altura correcta, la luz se refleja en el agua del mar azul. Este color es tan azul y brillante, que se le ha denominado como el "ojo azul". Desafortunadamente, no tuvimos el suficiente sol como para admirarlo en su plenitud de color.
Es recomendable realizar la visita en un momento del día en que la luz sea muy vertical (a mediodía) para poder apreciar el intenso color del Ojo Azul.
No hay que negar que el lugar sorprende e incluso a ratos atemoriza. En todo caso, uno de esos lugares en los que no se para de hacer fotos y otro espectáculo de la naturaleza que se puede apreciar en la isla.
DESIERTO DE TERRA BOA
Nuevamente por carreteras de arena, que hacen casi imposible circular por ellas en un coche turismo llegamos al desierto de Terra Boa. Un verdadero desierto africano. El paisaje es simplemente impresionante y se puede sentir la naturaleza y la brisa africana muy de cerca. Nos bajamos del coche y el guía nos explicó que teníamos que hacer para observar un fenómeno natural. En este lugar, justo en medio del desierto se produce lo que llamamos "espejismo" según la posición y altura en donde nos situemos, llegando a parecer que hay una balsa de agua donde solo hay arena. Nuestros ojos pueden ser engañados, pero no así la cámara que no recoge apenas la sensación de ver un lago de agua frente a nosotros. Otra curiosidad más de la isla de Sal.
Desde allí nos dirigimos a la capital de la isla, situada justo en el centro, nos referimos a...
ESPARGOS
La ciudad de Espargos es conocida por sus casas de colores brillantes y gente amigable. Todas las carreteras importantes de la isla la cruzan y desde aquí se puede ir a la ciudad de Santa María al sur, Palmeira al oeste, Pedra de Lume al este y Reguinha de Fiura al norte.
Cuando llegamos al aparcamiento del mejor mirador en altura de la isla, un grupo de niños formaron un grupo a nuestro alrededor pidiendo bolígrafos, dulces o monedas. Estaban allí porque es el único sitio turísticamente visitable de la ciudad y donde recalan todos los grupos de turistas que como nosotros realizan un tour por la isla de Sal.
Nos llamaron la atención sus juguetes, realizados de manera artesanal y con gran imaginación. Desde el primer momento, te das cuenta de las precariedades que todavía existen en este país. Fuimos al borde de la colina a tomar unas cuantas fotos y nos dirigimos a comer en un restaurante dedicado en exclusiva a turistas.
Esta ciudad convertida en ciudad dormitorio, es el centro neurálgico de trabajadores y de los visitantes que desean alojarse de la manera más económica en la isla y que la convierten en su base de operaciones para recorrerla. Aquí acabó nuestra excursión, ya que después de la comida nos devolvieron al hotel. Solo nos quedaba conocer Santa María, cosa que haríamos en el último día de nuestra estancia en Cabo Verde a nuestra vuelta de la Isla de Santiago.
SANTA MARÍA
La ciudad de Santa María es la ciudad más animada y turística de la isla. Se encuentra al sur y bordea la costa, no tiene pérdida, ya que solo hay una carretera de acceso en la isla de Sal.
La playa de arena de Santa María es la más bella de la isla de Sal. Cuatro kilómetros de perfectas playas de arena blanca, en combinación con un mar azul que tiene siempre una temperatura agradable, un lugar ideal para relajarse.. Al comienzo de la playa se puede admirar una buena parte del paisaje que ofrece la playa de Santa María y también es aquí donde se puede observar a los pescadores de Cabo Verde. No hay que dejar de tomarse algo en uno de los chiringuitos que existen junto a ellas. Es precisamente desde estos lugares donde se aprecia más el lema de la isla"Non Stress".
Hay dos adjetivos que describen la ciudad de Santa María en la isla de Sal: típica y turística.
Santa María es conocida (aún) como un pueblo típico y lleno de encanto gracias a sus barcos de pesca, su arquitectura y sus coloridos edificios. Pasó oficialmente a tener el estatus de ciudad en 2010, debido a su incremento fulgurante de habitantes y de la construcción de grandes complejos turísticos. Se podría decir que son los caboverdianos los que se benefician de la economía turística para desarrollarse, pero desafortunadamente no son ellos los que aprovechan los beneficios de la explosión turística de Cabo Verde. De hecho, hemos notado que la mayoría de los restaurantes, establecimientos nocturnos y especialmente los hoteles están a cargo de chinos o europeos.
En Santa María conviven dos versiones de Cabo Verde muy distintas pero compenetradas en este lugar: la local y la extranjera. En la primera, los niños juegan descalzos, las mujeres caminan con canastos de fruta en la cabeza y los hombres preparan sus aperos. En la segunda, los hombres con pantalón corto y sombreros horteras, a veces ridículos y las mujeres con gafas de sol, camisetas de tirantes y sandalias. Todos ellos, alrededor de un conjunto de casitas de color pastel y calles empedradas.
En Santa María, se compensa con creces el monocromo color de tierra de su paisaje ya que existe toda una amalgama de casas de una o dos plantas pintadas con fuertes colores.
Mención aparte hay que hacer sobre el cuidadísimo aspecto de los complejos de apartamentos que existen junto a la costa. En pocos sitios hemos visto los jardines y las instalaciones en tan buen estado de conservación. Un verdadero placer caminar entre estos hotelitos.
Andando por el centro, llegamos a la zona del Mercado Central donde se encuentran las casas más auténticas de la ciudad, vestigios de las construidas por los portugueses y con fachadas decoradas a su manera por los caboverdianos.
Todavía se puede ver y vivir el ambiente africano-criollo en estos los rincones de la ciudad y sobre todo dentro del Mercado Municipal donde se puede comprar fruta local y artesanía. El ambiente general es bastante relajado, la mayoría de los lugareños son amigables, y los vendedores son poco agresivos.
Os invitamos a continuación a seguir leyendo para descubrir otra de las islas del archipiélago de Cabo Verde, que visitamos en nuestro viaje, la Isla de Santiago, la más grande del país y donde se encuentra su capital Praia.
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