Emprendimos nuevamente camino hacia el sur desde Biblos, os lo hemos contado en Biblos y el nacimiento del alfabeto (Unesco). Líbano, hacia el Santuario de Harissa en la ciudad de Jounieh, de la que distaba unos 18 kilómetros. Harissa es un importante lugar de peregrinación en el Líbano, donde se levanta una imágen de la Virgen María, Nuestra Señora del Líbano o Notre Dame du Liban, conocida como la Virgen de todos los libaneses y decimos de todos los libaneses porque es venerada tanto por cristianos como por musulmanes.
Pero no fue una casualidad que este santuario se estableciera aquí, ya que la ciudad de Jounieh es la sede donde vive el patriarca Maronita del Líbano y es considerada como la ciudad Maronita del mundo, donde la mayoría de sus habitantes son fieles a esta religión. Pero, ¿quiénes son los maronitas? Los Maronitas son descendientes de los fenicios y en los orígenes del cristianismo fueron seguidores de San Marón que vivió en Antioquía en el siglo IV, son los cristianos católicos orientales. De los maronitas el Papa Pío X dijo: “la fe católica está arraigada en el corazón de los Maronitas como los muy antiguos cedros están hincados por sus potentes raíces en las altas montañas de su patria”.
Para llegar a ella se puede hacer por una empinadísima carretera o con un teleférico que salva más de 650 metros y que tiene unas vistas de infarto hasta llegar a destino. Esta segunda opción fue la que elegimos nosotros, el billete de ida y vuelta son 11000 libras libanesas (7€) por persona, el acceso al mismo está en una especie de centro comercial, empieza a funcionar a las 8,30h de la mañana hasta la caída del sol. Impresiona la ruta que hace el teleférico pues parte desde el nivel del mar y asciende casi de forma vertical hasta el Santuario de Harissa. Las vistas son maravillosas y la experiencia extraordinaria.
Al bajar de la cabina todo estaba extremadamente cuidado y lleno de flores, las vistas seguían siendo preciosas pero vimos que estábamos todavía muy abajo del santuario. Pensamos que nos quedaba un buen tramo de escaleras por subir. En ese momento, vimos que había una especie de elevador o funicular que llegaba hasta arriba, preguntamos y estaba incluido en el precio del teleférico. Más contentos de una perdiz nos subimos y en menos de un minuto estábamos en el Santuario de Nuestra Señora de Harissa.
Lo primero que te encuentras en el lugar es una inmensa Catedral Maronita construida con hormigón y vidrio, que una vez atravesado el recinto, se encuentra justo al lado de la estatua.
Nuestra Señora del Líbano es una estatua de 15 toneladas de bronce pintada de blanco con los brazos extendidos hacia la ciudad y el mar Mediterráneo. La estatua fue realizada a finales del siglo XIX en Francia e inaugurada en 1908. Mide 9 metros de alto, con un diámetro de 5 metros y pesa 10 toneladas. El pedestal es de piedra natural con una altura de 20 metros, tiene una plataforma inferior de 64 metros y otra superior de 12 metros. Para llegar a los pies de la estatua, hay que subir por una escalera circular de 103 escalones. Dentro se encuentra una pequeña capilla que estaba llena de fieles orando y que por respeto no fotografiamos.
Hay una modernísima tienda de regalos que estaba a tope de gente y en la que vendían todo tipo de elementos relacionados con la virgen.
Todo este complejo fue creado e inaugurado en 1908 para celebrar y conmemorar el Día de Nuestra Señora del Líbano. Desde entonces todas las iglesias del Líbano se reúnen el primer domingo de mayo para celebrar el dogma de la Inmaculada concepción.
Un lugar que hay que visitar por las vistas que se obtiene del mar y del puerto de Beirut, además de un lugar sagrado para los creyentes y un lugar este Santuario de Harissa en el que se aprecia y siente el respeto de los libaneses por las distintas creencias y la convivencia de culturas y religiones que no habíamos podido apreciar en otros lugares.
El Santuario de Harissa, claro está, salvando las diferencias, nos recordó mucho al Cristo Redentor de Río de Janeiro. Con la gran diferencia de que en el Líbano el día fue limpio y claro, en el que pudimos disfrutar muchísimo del paisaje y en Río de Janeiro casi tuvimos que intuir al Cristo Redentor del nieblazo que había, podéis leer nuestra experiencia en "Río de Janeiro La ciudad maravillosa (UNESCO) en un día".
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