La historia habla de la ciudad de Fez (UNESCO), la Ciudad Imperial Azul, como la ciudad más antigua de Marruecos y la que tiene más historia del norte de África. Junto con Marrakech, Meknes y Rabat forma parte de las ciudades imperiales marroquíes y ha sido tres veces capital del reino. La primera capitalidad fue en el año 808 con Idriss II, que realizó el sueño de su padre (la ciudad fue fundada por Idris I en el 789) de crear una gran capital que sustituyera a la modesta Oualili (Volubilis) del tiempo de los romanos; en este momento comienza a configurarse la ciudad que ha llegado hasta nuestros días.
A principios del siglo IX llegan familias de Al-Andalus que fundan el barrio, conocido hoy como de los Andalusíes con su mezquita y desde Tánger llegan gran número de comerciantes fundando el barrio de Karaouiyne y las curtidurías. A principios del siglo XI los almorávides unifican la ciudad en un solo recinto y la rodean de murallas, construyendo sus puertas, Bab Guisa al norte y Bab Ftouh al sur. Posteriormente la ciudad es gobernada por los almohades que construyen la puerta de Bab bou Jelud.
La segunda capitalidad fue en el siglo XIII con la dinastía de los Merínidas que gobernaron hasta el siglo XV. Se funda Fes el Jedid fuera de las murallas, con la kasbah, el palacio Real y la Mellah, barrio judío de la ciudad. Fuera de la medina destacan las tumbas merinides, desde las que se tiene una vista de la ciudad de Fez imponente, pero eso lo contaremos y lo mostraremos después. Durante los siglos XVI al XVIII, la ciudad pierde la capitalidad política en favor de Marrakech y Meknes, pero conserva la capitalidad cultural y religiosa.
La tercera capitalidad fue en el XIX bajo el reinado de Moulay Abdalllah. En 1912 se traslada definitivamente la capital a Rabat.
Ya vemos que esta historia rica y antigua de la ciudad ha llegado hasta nuestros días, con tres barrios bien definidos, que podemos ver en el siguiente mapa: Fes al Bali con la mayor concentración de monumentos a visitar y su medina con 9000 calles que la hacen la más grande del mundo y le ha valido el nombramiento como Patrimonio de la Humanidad desde 1981, Fes el Jedid con el Palacio Real y la Mellah o barrio judío y la Ville Nouvelle o ciudad nueva fundada por los franceses, donde se concentra la vida administrativa de la ciudad, grandes centros comerciales y también la enorme y moderna estación de tren de la ciudad.
A Fez llegamos, un sábado 21 de enero de de 2017 con una hora y media de retraso, a su Aeropuerto internacional Fes Said situado a unos 16 kilómetros de la ciudad. Es un aeropuerto pequeño pero muy moderno. Como no habíamos facturado, rellenar el papel de entrada al país y pasar los controles de pasaporte fue bastante rápido. Cambiamos en el aeropuerto algo de dinero para empezar a movernos y el cambio fue bueno.
Nosotros habíamos contratado el transfer del aeropuerto al Centro con el riad en el que nos alojaríamos y el precio fue de 150 MAD o 15 euros. Pero si no queréis contratar con vuestro hotel o riad, al salir de la terminal hay una parada de taxis, que os llevarán al centro sin problema y el coste será, tras negociarlo, unos 120-130 Mad. También hay un bus, el bus de línea regular, creo recordar que era el número 16, que cuesta unos 30MAD (3€) y tras múltiples paradas llega a la Estación de Trenes de la ciudad, lo que no hemos encontrado es la frecuencia y el horario del mismo; allí habrá que coger un petit taxi hasta vuestro alojamiento.
Una vez que estuvimos en Fez delante de la puerta de nuestro Riad 53, en la que nos dejó nuestro conductor, tocaba superar la belleza de casa que estábamos viendo. Pero vamos por partes, El Riad 53 lo reservamos a través de Booking para una noche y el precio con desayuno fue de 70 euros. Este bello y bien situado Riad 53 lo encontramos gracias la recomendación de nuestra amiga virtual, Pepa Lozano Ram autora del blog Viajesyvivencias. Desde luego no pudo hacernos mejor recomendación. Situado en el interior de la medina, al ladito de la puerta Bab Bou Jeloud, muy fácil para acceder a él con maletas. La dueña del Riad 53, Mary es una italiana encantadora y que te hace sentir como si estuvieras en tu propia casa. Mirad las fotografías y comprobar si es bonito o no.
Nosotros elegimos la habitación azul que se encontraba en la última planta y tenía acceso a la magnífica terraza, que no pudimos utilizar por el frío. El desayuno fue muy bueno y el café inmejorable. Le prometimos a Mary que volveríamos a Fez para disfrutar de su Riad y de la ciudad con más calma, eso sí, la llamaremos para ocupar una habitación que no tenga tantísimas escaleras.
¿Pero qué son los Riad? Son auténticos palacios y oasis de paz en los que la vida doméstica se hace puertas adentro y la casa se distribuye en torno a un patio; la mayoría de estos edificios hacia fuera tienen fachadas simples e incluso feas y una vez que atraviesas sus puertas son verdaderas joyas arquitectónicas. Pero para llamarse Riad la condición es que además de la casa deben tener un jardín. Si estas peculiares casas carecen de jardín se llaman Mad. Hoy la mayoría de estos edificios se han convertido en pequeños hoteles y este es el caso de nuestro Riad 53.
Cuando llegamos al Riad 53 eran casi las seis de la tarde y estaba anocheciendo. Mary nos recompensó con un buen café italiano y pastas marroquíes. Nos dio un mapa de la medina, nos explicó dónde estábamos y por las horas que ya eran porqué lugares podríamos movernos, teniendo en cuenta que en invierno todo cierra antes y que la medina de Fez no es muy recomendable por la noche.
Pues con todo solucionado empezaba nuestra visita a FEZ (UNESCO), la Ciudad Imperial Azul.
Mary fue extremadamente amable y nos acompañó al restaurante en el que queríamos cenar, el Café Clock. Estaba muy cerca del Riad y la verdad que si no lo vas buscando es difícil de encontrar, se accede a través de un callejón muy estrecho. El sitio es precioso y desde luego nada barato para los estándares de Marruecos. Tomamos una hamburguesa de camello y una ensalada que quitaba el sentido. Lugar muy recomendable para cenar.
Dimos un paseo para volver a nuestro alojamiento y vimos los últimos puestos de alimentación abiertos y llegamos a la Puerta Bad Bou Jeloud para verla de noche que tiene mucha, mucha magia.
A la mañana siguiente y con un guía profesional que hablaba español perfectamente, empezamos nuestro recorrido por la ciudad de Fez. Queríamos rentabilizar al máximo nuestra visita en la ciudad pues por la tarde nos marchábamos a la ciudad de Meknes.
En Fez impresiona su inmensa Medina, llamada Fez el Bali, la ciudad antigua. Medina que fue declarada en 1981 Patrimonio de La Humanidad y la UNESCO dice de ella: “Sede de la universidad más antigua del mundo, la ciudad de Fez fue fundada en el siglo IX y alcanzó su apogeo bajo la dinastía de los merínidas en los siglos XIII y XIV, cuando reemplazó a Marrakech como capital del reino. El tejido urbano y los principales monumentos de su medina –madrazas, fondacs, palacios, mansiones, mezquitas, fuentes, etc. – datan de este periodo. A pesar del traslado de la capital a Rabat, efectuado en 1912, Fez sigue conservando su condición de capital cultural y espiritual del país”.
Es la Medina más grande y con la mayor zona peatonal del mundo con unas 350 hectáreas. Nosotros salimos del Riad 53 y de la medina para volver a entrar a ella a través de la Plaza Rcif y de su puerta más bonita Bad Bou Jeloud, que es verde por la parte exterior de la muralla y azul por el interior. Con ese nombre difícil de pronunciar se la conoce como la Puerta Azul y comunica el Barrio de Fez el Jedi con Fez el Bali. Nos llamó la atención un cartel que da la bienvenida a todos los visitantes de la ciudad en múltiples idiomas.
Atravesar esta puerta es adentrarte en la Medina, en sus zocos y talleres donde puedes ver y encontrar de todo, los olores de las frutas y verduras, las especias, los animales vivos, el olor a cuero, los artesanos de la madera, los del latón en una de las plazas más bonitas de la medina y un largo sinfín de emociones. Aunque existen dos o tres calles principales es muy fácil hacer un giro y adentrarte en un callejón y no saber volver a la ruta principal. Algunas calles tienen menos de sesenta centímetro de anchas.
Nos contó el guía que en algunas de las casas para entrar los muebles lo tenían que hacer a través de las azoteas de las casas hasta llegar a la casa en cuestión. Y en ese momento íbamos a preguntarle que cómo recogían las basuras porque estaba todo limpísimo y nos iba a contestar cuando giramos una calle y allí estaba la respuesta: con mulas y caballos.
Además los grandes monumentos de la ciudad se encuentran dentro de este laberinto de calles. La Madraza Bou Inania es uno de esos lugares que resulta imprescindible visitar en la medina. Las madrazas son escuelas coránicas superiores y también residencia de los estudiantes. Esta se puede visitar y pagamos 20 MAD por persona, aunque todavía está en uso. Fue construida en el siglo XIV y ha sufrido varias restauraciones.
Una vez que atraviesas la imponente puerta, te encuentras en un patio central con su fuente de abluciones todavía en uso. Llama la atención la belleza de los mármoles, los azulejos y la cantidad de madera de cedro tallada, ya ennegrecida pero que no resta belleza al lugar. Los viernes está cerrada al público y el resto de días abre de 9h a 18h. Es uno de los lugares que se debe visitar en un viaje a Fez.
La mezquita más grande y más conocida de Fez es la Mezquita Karaouiyine, empezó a construirse en el siglo IX ; en su interior alberga la Universidad más antigua del mundo occidental y tiene una de las bibliotecas más grande y con mayor riqueza documental del mundo. Fue la mayor de Marruecos hasta la construcción de la mezquita de Hassan II en Casablanca, con capacidad para más de 20.000 fieles; no es visitable pero al estar sus catorce puertas abiertas, se puede ir rodeando y ver la belleza del espacio.
Tampoco puede visitarse uno de los santuarios más sagrados de la ciudad, El Mausoleo o Zaouia de Moulay Idriss II. La puerta de acceso y las vistas de su interior, que te regalan sus puertas, son muy bonitas. Mulay Idris II fue rey de Marruecos en la primera mitad del Siglo IX y fundador de esta ciudad de Fez por segunda vez en el 810; es el santo más venerado en esta ciudad, sus restos se encontraron en el siglo XIV y este lugar se convirtió en sagrado. El mausoleo actual se comenzó a construir a finales del siglo XVIII. Las calles que rodean al mausoleo están cargadas de comercios de telas al más puro estilo oriental y joyas; este zoco está cubierto y fue restaurado por el Rey actual,su nombre Chammaaine.
Seguimos nuestro paseo y la Medina estaba a tope de gente, atravesamos dos de las plazas más bonitas de la ciudad y que son imprescindibles en un paseo por Fez: La Paza Nejjarine con el Museo de Arte y artesanía de la madera y la Plaza de Seffarine es una de las más ruidosas de toda la ciudad ya que se encuentran aquí todos los artesanos del metal trabajando.
Pero sin duda una de las cosas que llaman la atención en Fez son las curtidurías, de las que hay siete en toda la Medina. El olor de la medina de Fez se va haciendo intenso, aunque en esta ocasión el olor era a cuero y no el hedor del que hablan muchos visitantes de la ciudad, visitar la ciudad en enero termina teniendo sus ventajas y además que las dos curtidurías de la medina han sido restauradas. El guía nos pasó por una tienda, te dan un pequeño ramillete de albahaca para mitigar el olor y subes un “porrón” de escaleras y allí te encuentras una técnica milenaria del trabajo de la piel.
Paramos a comer en el restaurante Palais Tijani en la medina, muy bonito como casi todos los lugares que hemos comido en este viaje a Marruecos. Probamos la “pastela”, una especie de pastel con masa bree relleno de pollo, almendras y especias, cubierto de canela y miel y que estaba realmente delicioso. El precio fueron unos 140 Mad para los dos.
Tras la comida seguimos nuestra ruta por la Medina de Fez, pasamos por el zoco de los tintoreros de tela; el zoco de los que realizaban navajas, cuchillos con técnicas ancestrales; conocimos un taller de elaboración de tejidos de de seda, pero de seda vegetal extraída de una planta similar al aloe vera; recorrimos uno de los canales de la ciudad; contemplamos uno de los complejos más bonitos de la ciudad en una calle muy estrecha que dificulta hacer fotografías, hablamos de Zaouiat Sidi Ahmed Tijani.
Ya nos quedaba ir volviendo hacia el Riad 53 para recoger las maletas, despedirnos de Mary y en el coche del propio guía ir a nuestra próxima parada en el Barrio de Fez el Jeid y no era otra que el Palacio Real de la ciudad de Fez, que no se puede visitar el interior pero que contemplar exterior es espectacular. El Palacio Real Dar el Makhzen es de los más antiguos, siglo XIV, y más grandes de Marruecos; está rodeado de una muralla y bellos jardines. La puerta principal, que en realidad son siete ya que es un número mágico para los musulmanes, es de bronce profusamente decorado y dicen que en días de sol brillan más que el oro. No estaría mal que estos edificios se abrieran al público para poderlos contemplar.
Estas puertas dan al barrio judío, o Mellah del que tan solo pudimos contemplar su calle principal con balcones labrados en madera, ya que el cielo se estaba poniendo negrísimo y amenazaba lluvia. Nuestra siguiente y última parada en la ciudad Fez fueron las Tumbas Merinides, desde la que se capta en toda su dimensión la medina de la ciudad de Fez. Se ven las murallas, cúpulas, tejados, minaretes, palacios, jardines. Sin lugar a dudas un lugar imprescindible en esta gran y bella ciudad de Fez. Dicen que desde aquí, se obtienen los mejores atardeceres de la ciudad pero que nosotros no pudimos contemplar porque la lluvia y el viento vinieron a despedirnos de nuestros últimos minutos en esta ciudad.
Desde aquí nos íbamos a despedir de la ciudad de Fez en la que habíamos pasado un día y os hemos contado en "FEZ (UNESCO), la Ciudad Imperial azul. Los imprescindibles en un día". Nos fuimos a la moderna estación de trenes, compramos nuestros billetes de tren y a las seis de la tarde dejábamos la ciudad de Fez con destino Meknes. Pero esto es otra historia...
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