No podíamos empezar a relatar nuestro viaje a Uzbekistán sin antes explicar quien fue Ruy González de Clavijo, cuya historia nos emocionó e hizo que nuestro interés por visitar aquel país fuera "in crescendo". ¿Que tipo de personaje sería capaz de recorrer 7000 Km a principios del siglo XV para entrevistarse con el Gran Tamerlán? ¿Qué hizo para que a un pueblo cercano a Samarcanda (en la actualidad barrio) se le pusiera el nombre de Madrid? ¿Que tan importante fue para los uzbekos para que en 2004 le dedicaran una avenida? ¿Cómo es posible que en España apenas se le conozca y en Uzbekistán figura en los libros de texto de colegios y universidades?
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Fijaros, el nombre de la ciudad de Madrid se encuentra no solo en España, hay ciudades que se llaman Madrid en los cinco continentes. Os relacionamos como curiosidad los que hemos encontrado:
- En Estados Unidos hay hasta 11 ciudades o pueblos llamados Madrid, la más importante en el estado de Iowa.
- El siguiente en número, sorprendentemente es Sudáfrica con nada menos que 9 ciudades madrileñas.
- En Colombia existen 5 villas con el mismo nombre.
- Y los estados en donde solo hay una son los siguientes: Cuba, México, Puerto Rico, Argentina, Chile, República Dominicana, Guinea Ecuatorial y alucinados nos quedamos cuando vimos que en Suecia, Groenlandia y Canadá también tienen un Madrid entre sus ciudades.
- También en la isla de Mindanao en Filipinas, existe un Madrid y ... ¡Con playa, vaya, vaya!
Pues bien, la más antigua de todas ellas tendrá como 400 años. ¿Que diríais si 200 años antes, es decir desde hace 600 años se conserva el nombre de Madrid en una ciudad de Uzbekistán?
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Interesante, ¿Verdad? ¡Pues vayamos al origen de la historia!
En 1396 reinaba en Castilla Enrique III que fue abuelo de Isabel la Católica y en aquel año, el ejercito del rey Segismundo de Hungría junto a las cruzadas enviadas por diferentes reinos cristianos como ayuda, fueron aniquilados por el Sultán Bayaceto, autentica pesadilla de la cristiandad en la batalla de Nicópolis (situada en la actual Bulgaria).
Pero la arrogancia del Sultán no tenía límites como tampoco su ansia de poder y tuvo la desgracia de arremeter contra Amir Timur, el gran Tamerlán, que estaba rápidamente acrecentando su imperio y la extensión de sus dominios, amenazando el imperio otomano. Las noticias de las victorias del Grán Tamerlán llegaron a Europa y causaron enorme satisfacción en las cortes cristianas.
El intuitivo y joven monarca Enrique III, sabía que el imperio turco-otomano sería el principal enemigo de Occidente y Europa no estaba entonces preparada para enfrentarse a ellos (lo haría de forma definitiva 200 años después en la batalla de Lepanto) y pensó que sería buena idea mandar embajadores para formar un pacto diplomático con los mongoles.
Fueron Pelayo de Sotomayor y Fernado de Palazuelo los elegidos para certificar las victorias y obtener el apoyo del célebre conquistador mogol. Estos diplomáticos llegaron justo para ver la victoria del gran Tamerlán en la batalla de Angora (Ankara) donde pudo apresar al Sultán, encerrándole dentro de un escabel de hierro que utilizaba para subirse al caballo. Para redondear la humillación, los soldados defecaban y orinaban encima de la caja. El desdichado turco moría por una apoplegía al no poder moverse, en medio de terribles calambres.
Tras la batalla, el gran Tamerlán recibió a la comitiva castellana y le causaron tan buena impresión que les entregó una carta para el rey de Castilla, liberó prisioneros castellanos, entre ellos dos damas que los turcos tenían cautivas y nombró un embajador para Castilla, Mohamad Alcagí que realizó el viaje de vuelta con el séquito castellano.
Ni que decir tiene el alborozo y la alegría de los castellanos al ver liberados a sus compatriotas, las gratas noticias de las victorias de Tamerlán (llamado en Castilla, Tamorlán) y la amistad con su rey. Enrique III no dudó en enviar una segunda embajada, esta vez a la corte de Samarcanda, y comandada por un singular hombre de más de sesenta años. Aquí entra nuestro personaje... Ruy González de Clavijo.
Nació en la segunda mitad del siglo XIV en Madrid, entonces un pueblo de 5000 habitantes que estaba al norte de Toledo, según el mismo cuenta en sus crónicas. De familia relevante y cortesana, estuvo ligado desde su juventud a la familia real a quien servia como camarero real, lo que hoy sería Jefe de la Casa Real. Era todo un diplomático, escritor, narrador, hábil estratega de la palabra y maestro en armas con dominio en el arte de la espada y además tenía la particularidad de ser abstemio.
Se hizo cargo de la misión junto al maestro en teología y politólogo Páez de Santamaría, el guardia real Gómez de Salazar y el antes mencionado Mohamad Alcagí en calidad de intérprete. Partieron del Puerto de Santamaría el 22 de Mayo de 1403, iniciando uno de los más épicos viajes que se hayan realizado.
En el viaje tuvieron ocasión de conocer las ciudades más importantes y bellas del mundo en aquella época y que narró magistralmente en su diario, de una manera que nada tiene que envidiar al relato que hizo Marco Polo describiendo su viaje a China. Tardaron casi un año en cruzar el Mediterráneo pasando por Ibiza, Genova, Sicilia, Rodas, Constantinopla y la ciudad turca de Trebisonda donde emprendieron el viaje por tierra teniendo que disfrazarse de pastores para eludir al ejercito otomano. Llegaron a Teherán donde parte de la expedición desistió de seguir por la fatiga.
Él, a pesar de su edad avanzada decide seguir con el poco resto de su séquito y llega a Samarcanda, 15 meses después de su partida. Amir Timur agradece el colosal esfuerzo y les invita a compartir las fiestas de celebración de sus victorias. Como siempre, con su pericia diplomática, consiguió asistir a pesar de su condición de abstemio ya que era casi obligatorio emborracharse en aquellas celebraciones.
Es recibido oficialmente en la corte el 8 de Septiembre de 1404. Una vez que la comitiva castellana consiguió audiencia con el gran Tamerlán le entregaron presentes y una misiva del rey castellano. Esto fue plasmado en un fresco alusivo realizado en el observatorio astronómico de Samarcanda, mandado construir por Ulug Bek, gran científico astrónomo y matemático, nieto de Amir Timur. En una remodelación del observatorio, hace unos cinco años, esta pintura por desgracia desaparece. No sabemos si se conservará e algún sitio, ni si las autoridades españolas han preguntado por ella.
Tamerlán se alegró mucho con la misiva del rey de Castilla al que incluso honró con el calificativo de "hijo" y le dio su bendición. Por otro lado son curiosas las respuestas de Clavijo en sus conversaciones con Tamerlán. Cuando éste le preguntó que le había gustado más de su país, pensando en que iba a responder la majestuosidad de sus palacios o algo por el estilo, Clavijo le contestó: "Los melones y las sandías". El caso es que su espontaneidad, sencillez y naturalidad cautivó a Timur y cuando supo donde había nacido, otorgó el nombre de Madrid a un pueblo al norte de Samarcanda y que en la actualidad se ha convertido en barrio pero no ha perdido su nombre.
Mientras esperaban respuesta para su rey, Clavijo que residió durante tres meses en Samarcanda, tuvo ocasión de ver y contemplar las grandes edificaciones que había mandado construir el gran Tamerlán, plasmando todo ello en sus diarios y posteriormente recopilados en su libro con minuciosas descripciones. Esto ha sido de enorme valor a los arqueólogos, restauradores y estudiosos del arte de aquella época.
El gran Tamerlán obsesionado por la conquista de China fue capaz de formar un ejercito de 250.000 hombres y dejó Samarcanda de improviso, pero murió antes de comenzar la invasión a aquel país. Esto hizo que la embajada castellana abandonase su misión, ya que la disputa por el poder por miembros de la familia de Timur hacía difícil los pactos diplomáticos y emprendieron el regreso a Castilla en un viaje aún más duro y peligroso. Llegaron a Alcalá de Henares, el 24 de Marzo de 1406, habían pasado tres años.
La gran obra que escribió Clavijo no fue editada hasta 1582 con el título "Historia del Gran Tamorlán e Itinerario y narración del viage, y relación de la Embaxada que Ruy Gonçalez de Clavijo le hizo, por mandado de muy poderoso Señor Rey don Henrique el Tercero de Castilla"
Poca gente sabe que gracias a esta publicación, Clavijo fue incluido en la Real Academia Española como autor significativo y su publicación considerada como el libro de viajes más importante de la literatura medieval española. Desde su distribución en libros, los lectores se han fascinado con las descripciones que hace de los lugares y territorios que recorrió, de las costumbres y formas de vida orientales que narró, de las religiones y supersticiones asiáticas que explicó y por supuesto de los apasionados relatos en referencia a las aventuras y peligros que surgieron en tan largo viaje.
Si Ruy González de Clavijo hubiera vivido en el siglo XXI seguro que hubiera tenido un blog de viajes.
Cuando en 2004 se finalizaron las obras de restauración de algunos monumentos de Samarcanda con la ayuda inestimable de los datos recogidos por Clavijo, se propuso poner su nombre a una avenida de Samarcanda, concretamente la que va desde el mausoleo de Amir Timur a la Avenida Principal de la ciudad. Nuestro viajero madrileño más importante, que no conocido, se encuentra enterrado en la iglesia de San Francisco el Grande en Madrid.
Y ojo, esa no es la única relación histórica de España con Uzbekistán ya que Bujara y Córdoba están hermanadas por ser los ejes culturales en los años de transición de los dos primeros milenios. Córdoba y Bujara se hermanaron el 29 de noviembre de 1986, cinco años antes de la desintegración de la URSS y tal hermanamiento fue refrendado de nuevo en 2009. En la declaración se subraya "la importancia y la necesidad de reforzar la cooperación entre ambas ciudades en los ámbitos culturales, turísticos, sociales y económicos". Además de la declaración de hermanamiento, se firmó un acuerdo marco de colaboración entre la Universidad de Córdoba y la de Bujara. Pero eso, es ya otra historia.