Habíamos organizado un excelente viaje, un buen menú con ingredientes de primera calidad y que habían resultado muy "sabrosos", pero la guinda del pastel se la iba a llevar la ciudad que a partir de ahora vamos a relatar... Estrasburgo, capital de la región de la Alsacia y declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 1988.
Llegamos un poco más tarde de mediodía, la estación de tren es muy peculiar ya que se ha cubierto por entero la fachada histórica con un entramado de cristales curvos con más de 20 metros de altura y una fotografía con pingüinos de enormes dimensiones. Ignoramos si es la que corresponde al invierno o está de forma permanente. En todo caso es curioso de ver.
La obra fue necesaria para recibir al tren de alta velocidad (TGV) en 2007, permitiendo ampliar con galerías subterráneas y escaleras mecánicas los accesos a las vías y a los diferentes servicios. También se remodeló la plaza reconvirtiéndola en peatonal. A partir de ese año se inauguran varias líneas internacionales con destinos como Budapest, Stuttgart, Munich, Viena, etc. Además el llegar a París se convierte en un recorrido de 2h 20 minutos.
La remodelación fue galardonada con el premio Brunel de arquitectura en 2008 y considerada como la 7ª estación más increíble en el mundo por Emporis en 2014 con la siguiente descripción:
"Un gigante de cristal curvado cubre la fachada de la década de 1880 dando la apariencia de una joya deslumbrante"
Nuestro alojamiento cerca de la estación era el Hotel ibis Styles Strasbourg Centre Gare, un curioso, moderno y acogedor hotel que decora las paredes con graffitis. Dejamos las maletas y nos pusimos en marcha, siguiendo el recorrido que se ve a continuación.
A pocos metros del hotel cruzamos el puente Koss y nos adentramos en el interior de su centro histórico, un barrio antiguo medieval ubicado sobre la llamada Grande Île.
Lo primero que hicimos, es llegar paseando junto al río III, una desviación de uno de los brazos del Rhin hasta llegar al complejo de esclusas y donde se encuentra la Presa Vauban conocida también como la Gran Esclusa, construida en el siglo XVII y que forma parte del conjunto declarado como Patrimonio UNESCO. A esta presa se puede subir para contemplar Estrasburgo desde las alturas, no lo hicimos porque ya necesitábamos satisfacer nuestro hambre y fuimos a buscar un restaurante.
Nos adentramos en la llamada "La Petite France", un barrio casi a ras del agua con espléndidas casas de época con entramados de madera que datan de los siglos XVI y XVII. Os contamos una curiosidad, el nombre de Petite France no hace referencia a un pequeño sitio con casas típicas francesas, no.
El nombre del barrio se debe a que aquí existía un hospital especializado en curar el mal francés... la sífilis. Cuando el hospital cerró, se quedó el nombre para designar a este antiguo barrio con casas de vigas de madera.
Fuimos recorriendo sus calles adoquinadas, admirando sus bellas casas y a la vez mirando las cartas de los restaurantes. Unos por su precio elevado y otros por no tener mesas disponibles, no acabábamos de encontrar el adecuado. Por fin, llegamos a uno que nos convenció con platos típicos alsacianos.
Después de haber comido en el centro histórico de Estrasburgo, aprovechamos la cercanía a las esclusas del río en el barrio para conocerlas y hacer algunas fotos.
Distinguimos el Puente de San Martín, antiguamente unía el centro de la ciudad con el lavadero y los tendederos de ropa. Hoy en día su sitio está ocupado por un afamado restaurante con el mismo nombre que el puente.
Nuevamente nos adentramos por La Petite France, barrio pintoresco donde los haya. Paseamos tranquilamente por sus callejuelas, las ventanas de las casas, se adornan con flores y plantas y los balcones de madera embellecen aún más las fachadas de estas construcciones con varios siglos de historia y con detalles arquitectónicos increíbles, todo ello hacía que no dejáramos de admirar lo que teníamos a nuestro alrededor. Este barrio conecta a su vez con la que quizás sea una de las calles más comerciales de Estrasburgo, le Grand Rue. Tiendas especializadas, salones de té y de alimentación gourmet confluyen en esta calle y exponen sus esmerados y trabajados escaparates, sin perder la esencia de las tiendas tradicionales.
Al final de ésta, se encuentra la Place de Gutemberg y en su centro se erige su estatua, aunque nació en Mainz (Maguncia-Alemania) desarrolló aquí en Estrasburgo los primeros prototipos de imprenta. La estatua representa a Gutemberg con un ejemplar de la Biblia con la leyenda... "Y por fin se vio la luz". En esta plaza se encontraba el antiguo Ayuntamiento, reconvertido ahora en Cámara de Comercio.
A escasos metros se encuentra la rue Mercerie que es acceso directo a la Catedral. Como es el monumento más visitado es normal que los escaparates de esta calle estén repletos de tiendas de souvenirs y de artesanía.
Quien por primera vez visite la Catedral de Estrasburgo, debe hacerlo a través de esta calle porque es impresionante de que manera se exalta la grandiosidad del monumento según te acercas a él. Quizás la expresión que mejor defina su contemplación fue la que dijo Victor Hugo: "Prodigio de lo gigantesco y lo delicado"
Antes de entrar en la Catedral hay que hacer mención a su espléndida Plaza, donde se encuentra en el Nº10, la antigua farmacia del Cerf de estilo renacentista que es la más antigua de Francia. En el Nº16 se encuentra una de las más famosas casas de Estrasburgo, la casa Kammerzell, construída en el siglo XVI también de estilo renacentista. Se conserva aún la polea que se utilizó para elevar las reservas a la buhardilla. Actualmente es un restaurante.
La Catedral está realizada en piedra arenisca y es es un ejemplo del gótico tardío, aunque se comenzó en el siglo XII de aquello solo queda la cripta. Se acabó de construir en el siglo XV y está consagrada a la Virgen María (Notre Dame). En el exterior, la fachada llegó a ser el mayor libro de imágenes de la Edad Media. Los centenares de esculturas que parecen desprenderse de la pared acentúan los efectos de luz y sombra en los diferentes pórticos.
Es impresionante la altura de su campanario con 142 metros, siendo la obra arquitectónica más alta del mundo hasta el siglo XIX. Al igual que muchas iglesias católicas de Francia, la Catedral fue un lugar de culto protestante durante más de 150 años, hasta el reinado de Luis XIV. Más tarde, durante la Revolución, cientos de estatuas fueron destruidas y la mayoría de las campanas fundidas para munición de las armas de fuego. Fue devuelta a los católicos en 1801 y se restauró en 1813. En la actualidad cuenta con el conjunto más rico de campanas en Francia.
Y pasamos al interior. La alta y esbelta nave central invita al recogimiento, además de tener una acústica excepcional. Las vidrieras del siglo XIII al siglo XV son originales ya que tuvieron la suerte de salvarse en los bombardeos de la II Guerra Mundial. No tuvo la misma suerte el rosetón que sí ha sido restaurado. El órgano es monumental y posee una caja adornada con autómatas.
Pero el verdadero tesoro de la Iglesia es el reloj astronómico. Es de época renacentista y el mecanismo data de 1842, siendo el mecanismo actual el tercero en la historia de la Catedral. Es una obra maestra en sí. El llamado desfile de los Apóstoles y el canto del gallo, se puede contemplar todos los días a las 12.30 h. También aparece la muerte cada hora. El reloj muestra la hora, los calendarios civiles y religiosos y los datos astronómicos. Existe una leyenda que dice que a los autores del reloj: matemáticos, relojeros, pintores e imagineros les arrancaron los ojos cuando terminaron la obra para no reproducir en otros lugares un reloj idéntico al de la Catedral.
Recorriendo por fuera el monumental edificio se distinguen las nuevas cubiertas que sustituyeron a las destruidas en la II Guerra Mundial. Ni que decir tiene que también figura dentro de los elementos que componen el conjunto reconocido por la UNESCO como Patrimonio Mundial de la Humanidad en la ciudad de Estrasburgo.
Finalizada nuestra visita a la Catedral, nos dirigimos a la Plaza de la Republica, un espacio donde se aglutinan diferentes edificios herencia del pasado prusiano de Estrasburgo. La ciudad fue anexionada por Prusia, así como Alsacia, Metz y parte de la Lorena. Alemania quería hacer de Estrasburgo una ciudad influyente, símbolo de su poder. En el camino nos encontramos con alguna que otra sorpresa.
Preciosos puentes de estilo romántico y paisajes de gran belleza con las luces reflejadas en el río.
El imperio alemán quiso construir una nueva ciudad en la propia Estrasburgo y la llamó "Neustadt" (Nuevo Estado) fuera de los límites de la isla que contenía el casco antiguo y crear un escaparate alemán al mundo con edificios y palacios característicos del tercer Reich. Más o menos como lo que vimos en Metz y su barrio imperial.
Varios edificios monumentales se construyeron siguiendo estos principios, como la Universidad, la Biblioteca, el Palacio del Rhin, la oficina de correos, el Teatro Nacional, el Palacio de la Opera y el edificio del Parlamento. Y allá que fuimos a observar de cerca las enormes construcciones que tuvieron lugar en la antes llamada Kaiserplatz y actualmente Plaza de la República, dando un paseo por el río con unos edificos y puente espectaculares.
Colosos neorenacentistas y neoclásicos construidos todos en menos de 20 años, dando fiel imagen de los edificios en Leizpig y Viena.
Fue una visita breve, estaba anocheciendo y había mucho menos transito de gente, aunque sí de coches. Dimos la vuelta y nos dirigimos nuevamente al centro histórico para llegar a la Plaza Kleber, la principal plaza de Estrasburgo.
Kleber fue un general francés al servicio de Napoleón, asesinado en el Cairo y cuyos restos descansan en la plaza con su nombre, debajo de su estatua. La plaza es la de mayor tamaño del centro de la ciudad y es el corazón del área comercial con las tiendas de marca. Cuando estuvimos tenían instalado un enorme árbol de Navidad y los edificios engalanados e iluminados con motivos navideños.
Y allí acabó nuestra primera visita a la ciudad de Estrasburgo, tras un café calentito y un breve descanso, sobre las 21h. Con paso relajado y pausado llegamos a nuestro hotel después de comprar en un super de delicatessen nuestra cena y la tomamos en la habitación. Día maravilloso y ciudad espectacular. Mañana más....